Iraia OIARZABAL
LA MEMORIA DEL ROBLE

ENNECO, PRIMERA PIEDRA DE UN PROYECTO QUE COBIJA MEMORIA

Todo comenzó en el quinto centenario de la Conquista de Navarra, cuando la Fundación Nafarroa Bizirik decidió emprender un proyecto que recogiese la memoria de Nafarroa. Ahora, la iniciativa Enneco va tomando forma en un amplio robledal de Etxarri-Aranatz.

Enneco, la memoria del roble» es un proyecto fraguado con mimo, que avanza poco a poco con el trabajo voluntario de la Fundación Nafarroa Bizirik junto a numerosos agentes y personas comprometidas con la memoria histórica de Nafarroa. Ubicado en un robledal del paraje Danbolintxulo de Etxarri-Aranatz, promotores de la iniciativa colocaron ayer la primera piedra del proyecto. Un gesto cargado de simbolismo, pues junto a ella se colocaron también una serie de objetos que representan la esencia del proyecto como una bandera de Nafarroa, el poema ‘‘Arrano Beltza’’ de Jose Antonio Artze y las obras del historiador Pello Esarte.

El auzolan y las aportaciones económicas de las personas interesadas en promover el proyecto Enneco serán la clave para su desarrollo, lo que dificulta la previsión de una fecha exacta para la culminación de los trabajos de construcción. El presidente de la fundación, Patxi Abasolo, destaca que el proyecto arquitectónico se basa en criterios ecobiológicos. Y es que el parque busca aunar historia, naturaleza y cultura. El objetivo final es «cubrir una gran carencia: disponer de un centro interpretativo que posibilite dar a conocer nuestra historia política, sacarla de la oscuridad a la que siglos de conquistas y aculturaciones la han condenado».

Tampoco pasa desapercibida la elección del paraje para ubicar el proyecto, cuya cesión por parte del Ayuntamiento de Etxarri-Aranatz para los próximos 35 años se hizo oficial el pasado 21 de junio. Entre la sierra de Aralar y el parque natural de Urbasa-Andia, se encuentra en un valle estratégicamente comunicado con el resto de territorios de Euskal Herria y alberga un gran peso cultural, histórico y tradicional. «Se eligió Sakana por la carga simbólica del valle. Además, será positivo para su reactivación económica, pues es un valle muy castigado en los últimos años», expresa Abasolo.

Un recorrido por el tiempo

Aunque la primera piedra fue colocada ayer, los promotores del proyecto llevan años trabajando. Una vez elaborado el proyecto definitivo en 2013, se procedió a acondicionar la zona, limpiándola y quitando todas las plantas invasivas en una superficie de 60.000 metros cuadrados. Un comité de seguimiento se encargará de supervisar el desarrollo del proyecto, cuyas obras se realizarán utilizando herramientas y sistemas de épocas pasadas. Así, para la construcción de los edificios se fabricará primero una grúa similar a la que se utilizaba siglos atrás para construir torres. En cuanto al material, no se utilizará cimentación y tampoco se realizarán excavaciones. Los edificios serán de madera e irán encajados a la tierra con tirafondos especiales para este tipo de construcciones.

La primera piedra formará parte del edificio de acogida, que será el primero en construirse junto a la que será la edificación principal. Será la puerta de entrada del parque. Una visita guiada por la zona de la mano del arquitecto Iñaki Erdozia permite hacerse una pequeña idea de lo que será Enneco. El recorrido a través del tiempo sigue en el pabellón que tendrá como temática la prehistoria y albergará un museo del paleolítico.

Cruzando el bosque, unos metros más adelante, se ubicará el edificio que se centrará en el Euskara. Un poco más abajo, un riachuelo recorre la zona, lo que impide construir en ella por riesgo de inundación. El espacio se aprovechará para trabajar la unión con la naturaleza y ofrecer actividades lúdicas para los más pequeños. Contará con un merendero, actividades de aventura como tirolinas y una casa de carbonero donde se mostrará como se elaboraba el carbón.

La siguiente edificación será una simulación de un castro vascón que constará de sus características históricas: un edificio común, cabañas pequeñas donde vivían las familias y un almacén. Expertos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y voluntarios han colocado ya parte de las piedras de este edificio, un total de 60 toneladas.

Con el objetivo de centrarse en la construcción del edificio de acogida, las labores del castro vascón están paralizadas aunque dentro del proyecto se prevé retomarlas con la colaboración de alumnos de diferentes ikastolas. En la recta final, se situará un pabellón dedicado a la mujer, la mitología y las costumbres. «Queremos que sea espejo y altavoz del valle», explica Abasolo. En esta zona se construirá un edificio para exposiciones temporales y que será también punto de encuentro para diversas actividades.

Fruto del voluntariado

Tras un paseo por un paisaje todavía desierto más allá del robledal que lo oxigena, queda patente que el voluntariado es el motor que mueve el proyecto. Por ahora, además de diversas asociaciones que trabajan en torno a la memoria histórica, la inmensa mayoría de los ayuntamientos de Sakana ha apoyado la iniciativa. El proyecto recibió la distinción Mecna que concede el Gobierno navarro a las iniciativas culturales de interés social. Esto supone importantes beneficios fiscales para empresas y particulares recogidos en la Ley de Mecenazgo, con una deducción de la cuota del IRPF de hasta el 80%.

La participación no se limita a la aportación económica, pues la propia construcción y acondicionamiento de la zona requiere de trabajo voluntario. De hecho, durante los próximos 15 días un grupo de 18 jóvenes llegados de nueve países diferentes trabajarán en el proyecto. Elsa Tubal es una de ellas. Con 28 años y procedente de Bretaña, es la primera vez que participa en un campo de trabajo y relata que el interés por participar en un proyecto de base cultural le animó a ello. «Me parecía muy importante para la comunidad navarra», afirma.

Sentada junto a ella en un pequeño receso de la visita guiada, Maite Hernández, procedente de un entorno muchos más cercano como es Sestao, explica su experiencia. Buscando un trabajo sobre el terreno se topó con el proyecto Enneco y su relación con la naturaleza fue lo que más le atrajo. «Me gusta su relación con la historia, con lo que era esto en el pasado. Me gustaría venir en el futuro para ver en que se materializa», añade.

Llegada desde Corea del Sur, Segin Oh es una de las participantes más jóvenes a sus 22 años. Su interés en conocer una experiencia cultural le llevó a elegir el proyecto de Etxarri-Aranatz: «la combinación de un proyecto cultural y arquitectónico fue lo que más me gustó. El resto de iniciativas se centraban solo en una de esas facetas y me pareció interesante combinar las dos».

A la espera de ver los frutos de lo que será un trabajo de hormigas, a partir de setiembre se iniciará la construcción de la grúa y el edificio de acogida.

Desde Nafarroa Bizirik se muestran ilusionados y animan a participar en lo que consideran «un paso más en la recuperación de aquella soberanía arrebatada».