Andeka Larrea
Responsable de Cultura de Podemos Euskadi
KOLABORAZIOA

Precariado cultural

Es conocido el hecho de que muchos creadores, artistas y profesionales de la cultura reivindican desde hace años unas condiciones favorecedoras de la producción, distribución y exhibición cultural que facilite el acceso a la cultura y la función educativa del arte, abandonadas por las administraciones a competir en condiciones desiguales en un mercado que sólo entiende de grandes beneficios. Una sociedad que se base en la igualdad de derechos y oportunidades debe poner el acento en la educación, en el apoyo y reconocimiento del trabajo artístico y en el acceso a las obras de sus creadores y creadoras. Esta última función, entre otras, es la que tienen encomendada los museos de titularidad pública, como el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Nadie puede dudar del encomiable trabajo realizado por el museo bilbaíno desde hace décadas en favor del arte, de la educación y de la cultura en general, cumpliendo de manera brillante con su función como agente cultural. Sin embargo, la huelga indefinida que llevan a cabo los y las trabajadores/as del Museo de Bellas Artes de Bilbao ha puesto de relieve las importantes contradicciones sobre las que se sustentan algunas de nuestras instituciones culturales de prestigio.

En primer lugar, esta huelga ha servido para dar a conocer las condiciones precarias en las que trabajan muchas de las personas que forman la plantilla del Museo de Bellas Artes, algo que resulta a toda luz una contradicción para un museo de titularidad pública al que es pertinente exigir un mayor interés por las condiciones laborales de sus empleados/as. Más aún cuando estos trabajadores representan el trabajo diario del museo por facilitar el acceso a la cultura.

Otra contradicción no menor tiene que ver con las políticas culturales públicas, orientadas en los últimos años a la puesta en marcha de contenedores culturales y grandes eventos, que tienden a ignorar la realidad laboral precaria de quienes trabajan en o para los mismos: personal de información y taquilla, guías, conservación, educación, servicios de limpieza, etc. Si unimos a ésto la reducción paulatina del gasto cultural como consecuencia de la llamada crisis económica nos encontramos con situaciones de precarización como la que comentamos. Cuando el interés político se ha orientado hacia el marketing y la propaganda de grandilocuentes espectáculos culturales se ha dejado de lado, por lo general, al eslabón más vulnerable de la cadena.

En el caso del Museo de Bellas Artes nos encontramos con un conflicto laboral que tiene su origen en el proceso y condiciones de licitación de los servicios que prestan 34 personas subcontratadas por Manpower Group, sin convenio colectivo y en unas condiciones laborales que llevan denunciando desde hace meses.

El Patronato del Museo de Bellas Artes tiene una responsabilidad en esta situación que no puede rechazar con el socorrido argumento de que no es quien contrata de forma directa. Si bien ésto es cierto, también lo es el hecho de que es el Patronato (con representación de instituciones como el ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Bizkaia y el Gobierno Vasco) quien establece las condiciones de la licitación para la gestión de estos servicios, entre las cuales no se establece la necesidad de incluir claúsulas sociales ni la de un convenio. Resulta llamativo que la misma cantidad que se destina a todo el personal que se encuentra en huelga sea la misma que la destinada a la seguridad del museo, cuya plantilla es la mitad que la del resto de trabajadores y trabajadoras. ¿Cómo es posible aceptar jornadas de 40 horas semanales, fines de semana y festivos incluidos, por salarios que rondan los 800 euros? ¿Es éste el modelo que defiende el PNV para los trabajadores que prestan servicios esenciales en instituciones culturales que, como los museos, son financiadas con dinero público?

La cultura es un bien social que merece un reconocimiento y condiciones dignas para todas las personas que trabajan en el sector, contribuyendo de forma decisiva a que el acceso a la misma sea una realidad cotidiana. Es por ello pertinente demandar a las administraciones públicas que hagan todo lo posible para garantizar la prestación de estos servicios en condiciones recogidas en un convenio. Mientras las mismas no se cumplan, entendemos que las reivindicaciones de los y las trabajadores y trabajadoras del Museo de Bellas Artes de Bilbao son justas y queremos transmitirles nuestra simpatía y solidaridad.