Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Théo y Hugo, París 5:59»

Chico conoce chico

Me parece muy sintomático que una película como “Théo et Hugo dans le même bateau” recibiera en la Berlinale el Premio del Público, lo que seguramente quiere decir que hay una mentalidad más abierta a la hora de recibir con normalidad una historia de amor entre personas del mismo sexo, o tal vez pueda significar también que la gente común va por delante de las autoridades culturales en materia de igualdad. Viene esto a cuento de que Olivier Ducastel y Jacques Martineau tuvieron que producir su película de forma totalmente independiente, renunciando a las ayudas oficiales, debido a que la larga secuencia inicial de sexo explícito corría el riesgo de ser considerada en términos legales de pornográfica.

Son veinte minutos de verdadero impacto, ya que precisamente fueron rodados en el club de ambiente gay L’Impact, haciendo honor a su nombre. Pero sería un error juzgar dicha introducción de forma aislada, pues no han faltado críticas que han dicho que después de la eyaculación inicial viene el adormecimiento posterior por parte de la pareja masculina del título. Equivale tanto como a quedarse con una explicación meramente física de las reacciones que conlleva el acto sexual, cuando lo que Ducastel y Martineau están contando es una experiencia romántica sometida al esquema narrativo clásico del “breve encuentro”, según su modernización por parte de Richard Linklater en “Antes del amanecer” (1995).

Ya hasta está de más decir que esto no es una cuestión de géneros, sino de sentimientos, y que el enamoramiento depende del deseo, y que yo sepa las personas no pueden desprenderse de sus cuerpos y de sus instintos. Lo que sigue es la idealización de tan apasionado primer contacto, descrita a tiempo real, y de acuerdo con dos seres sencillos de sueños tan naturales como sus necesidades básicas.