Nagore BELASTEGI
LA BRECHA ECONÓMICA

LA DESIGUALDAD DE SHEFFIELD QUE TAMBIÉN TENEMOS EN CASA

CUANDO ALGUIEN ESTÁ EN UNA SITUACIÓN PRECARIA, LUCHA, PROTESTA Y PIDE AYUDA. PERO CUANDO SE ESTÁ EN UNA POSICIÓN CÓMODA, NO ES HABITUAL ALZAR LA VOZ. LAS SITUACIONES DE DESIGUALDAD EN NUESTRAS SOCIEDADES CADA VEZ SON MÁS ACUSADAS, POR LO QUE ANTE LA INDIFERENCIA DE LOS GOBIERNOS SOLO QUEDA LA SOLIDARIDAD.

La desigualdad es cada vez más latente en las sociedades de los países «desarrollados». No es ninguna novedad decir que mientras unas pocas personas se hace más ricas otras muchas se hacen más pobres. Dejando de lado el egoísmo del “mientras yo viva bien no me importa mi vecino”, cada vez hay más grupos locales que trabajan para que esa brecha sea menor. El profesor de Estudios Regionales de la Universidad de Sheffield, Gordon Dabinett, trajo a los cursos de verano de la UPV-EHU en Donostia el caso que mejor conoce, el de su ciudad. «Yo soy una persona rica en Sheffield. Soy catedrático y tengo un buen sueldo, tengo una casa y tendré una jubilación, pero mi desahogo no tiene nada que ver con los superricos que hay en la zona de Londres», explicó, consciente de que no hace falta ser millonario para vivir de forma muy diferente a la «gente pobre».

«No es justo cómo vive determinada gente», comentó refiriéndose a los superricos. En ese sentido, su compañera de mesa Luna Glucksberg, de Goldsmith-Universidad de Londres, comentó que todavía hay una élite en la cúspide de la pirámide económica que «solo se ocupa de su familia» y destacó que ellos son un reto que hay que afrontar.

Siguiendo con su discurso, Dabinett dijo que el Gobierno británico tiene una visión muy centralista, por lo que no tiene en cuenta todas las realidades. «Aprueba medidas de austeridad y a la gente no le queda otra que la resiliencia. No sé cómo pueden seguir adelante, pero lo hacen. Pasan miserias para superar la crisis –resaltó–. Esas medidas afectan sobre todo al norte, donde hay zonas mineras e industriales, pero es en el sur donde se están decidiendo las cosas». En respuesta a esa situación, se han creado, por ejemplo, numerosos bancos de alimentos, la mayoría gestionada por grupos de vecinos.

También han surgido comisiones de equidad para tratar de recopilar todos los problemas que estas comunidades tienen y poder darles voz. «Muchos de ellos han echado mano de prestamistas. Y hay quien dice que es porque son unos ingenuos, pero no es así. Si se les estropea la lavadora y necesitan una nueva y no pueden pagar las 200 libras que cuesta, piden dinero. Y luego resulta que es peor. Anuncian esos prestamos en la tele y es tan fácil como llamar por teléfono o entrar en su web», comentó escandalizado. «No son tontos, están desesperados».

Las comisiones de equidad trabajan con asociaciones locales para tratar de llegar a la gente, recogen sus opiniones, sus problemas y sus posibles soluciones. Las comisiones preparan informes que entregan al ayuntamiento para que haga algo al respecto. «Puede que luchemos contra gigantes pero poco a poco podemos cambiar las cosas», indicó con optimismo.

En busca de la equidad

Para intentar lograr esos objetivos, el profesor explicó que desde las comisiones tratan de asegurar que los salarios dignos se normalicen. Por ejemplo, han hecho que el Ayuntamiento de Sheffield se comprometa a contratar solo empresas que certifiquen que pagan el salario mínimo. También se han asociado con pequeñas empresas que defienden la equidad: «A ellas les interesa hacer ver que defienden el trabajo justo. Para ellos es buena publicidad si sus trabajadores están contentos».

Además, propuso conseguir una conciencia en base al orgullo de ser de Sheffield que tienen los habitantes de la ciudad, independientemente de su barrio, raza o salario. «Nuestro reto es unir a todas esas comunidades tan dispares y darles voz», aseguró.

En opinión de otra de las ponentes, Lisa Louise McKenzie, de la London School of Economics, eso es justo lo que no se ha conseguido hasta ahora. «El sí al Brexit era un voto contra la inmigración, y ganó. La inmigración puede ser buena pero hay que redistribuir su trabajo y no dejarla sola en una zona durante años», opinó, haciendo referencia a que de esa forma se aparta a las personas migrantes y ellas no se integran.

Los ponentes también subrayaron que las empresas son clave a la hora de ofrecer un salario digno, porque solo así harán que su territorio sea atractivo y volverán a mover la economía.