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Filipinas espera firmar en un año la paz con la insurgencia comunista

El Gobierno filipino afirmó ayer, durante la reanudación del diálogo en Oslo, que espera un acuerdo de paz con la insurgencia comunista en un año. Después de varios fracasos, muchos filipinos confían en la capacidad de Rodrigo Duterte por su relación con los comunistas.

Después de medio siglo de conflicto armado y décadas de infructuosas negociaciones, los representantes del Gobierno de Filipinas y del Frente Democrático Nacional de Filipinas (NDFP), controlado por el Partido Comunista, se reunieron en Oslo para reanudar el diálogo de paz gracias a varias circunstancias favorables. Manila confía en lograr un acuerdo en un plazo de entre nueve y doce meses.

Tras asumir el cargo el 30 de junio, el presidente filipino, Rodrigo Duterte –que se define socialista–, hizo de la reanudación del diálogo con los comunistas una prioridad. Incluso aludió a la posibilidad de formar un Gobierno de coalición con ellos.

Fundado en 1968, el Partido Comunista de Filipinas lanzó tres meses más tarde una rebelión para derrocar al Gobierno y poner fin al imperialismo estadounidense, en la que han muerto al menos 30.000 personas. Su brazo armado, el Nuevo Ejército del Pueblo contaría hoy con 4.000 miembros, frente a los 26.000 de los años 80, y sigue activo en las zonas rurales, además de beneficiarse del descontento ante la corrupción.

Duterte fue alumno de su fundador, el profesor de Ciencias Políticas José María Sison, ahora exiliado en Países Bajos e integrante de la delegación negociadora, con quien tuvo una buena relación. Pero sus vínculos con los comunistas no acaban ahí, porque su jefe de Gabinete es un exlíder guerrillero y, además, ha sido alcalde durante más de dos décadas de Davao, la mayor ciudad de Mindanao, la zona más pobre de Filipinas y un bastión de las insurgencias comunista y musulmana.

Se desconoce si los comunistas renunciarían a su objetivo de derrocar el sistema capitalista y también la influencia real de Sison hoy, pero muchos filipinos piensan que Duterte tiene la capacidad de lograr lo que no consiguieron sus predecesores.

Ambas partes esperan acelerar el proceso al debatir simultáneamente –a diferencia de lo ocurrido en procesos pasados– los capítulos pendientes, como las reformas socioeconómicas, políticas y constitucionales y el fin de las hostilidades. «Con este `nuevo enfoque, esperamos respetar nuestro calendario», declaró Silvestre Bello, jefe de la delegación del Gobierno. El jefe negociador del NDFP, Luis Jalandoni, se mostró más prudente. «Esperamos alcanzar (la paz) en un año, aunque puede llevar un poco más de tiempo», explicó.

En un anterior intento negociador en 2011, ambas partes se dieron 18 meses para llegar a un acuerdo. Pero el entonces presidente, Benigno Aquino, abandonó el diálogo en 2013 después de que los comunistas exigieran la liberación de todos sus presos.

Ayer, Jalandoni reiteró esta exigencia para «alentar el alto el fuego». Ambas partes acordaron una tregua desde el domingo, y las autoridades aceptaron la liberación provisional de 17 líderes comunistas.

Noruega, mediador desde 2001, se congratuló por el ambiente positivo, pero su ministro de Exteriores, Børge Brende, alertó contra las «expectativas exageradas» ante el optimismo mostrado por las partes.

Manila reanudó también en agosto el diálogo con el Frente Moro de Liberación Islámica, aunque su principal reto es el grupo yihadista Abu Sayyaf.