GARA
lima

Perú reconoce la existencia de escuadrones de la muerte en la Policía

Veinte personas murieron en seis acciones organizadas por el presunto «escuadrón de la muerte» de la Policía Nacional del Perú, que simulaba enfrentamientos armados para recibir beneficios y ascensos.

El viceministro peruano del Interior, Rubén Vargas, responsable de Gestión Institucional del Ministerio, reconoció que hay «serios indicios» de la existencia de un «escuadrón de la muerte» dentro de la Policía nacional, tal y como se viene denunciando desde hace semanas. Esta «agrupación irregular formada por oficiales y suboficiales de la Policía Nacional habría falseado información de Inteligencia, simulado enfrentamientos y abatido personas en, por lo menos, seis casos». «Once los veinte supuestos delincuentes abatidos no tenían antecedentes o requisitorias que justificaran ser los objetivos de intervenciones policiales», agregó Vargas. Otros informes apuntaban a un inminente secuestro de un empresario, pero no se encontraba en el lugar de los hechos cuando estos se produjeron.

A principios de mes, la Fiscalía y la Dirección de Inspección General de la Policía Nacional de Perú abrieron investigaciones contra casi un centenar de agentes, presuntamente vinculados con ejecuciones extrajudiciales durante operativos armados. El comandante y los siete suboficiales identificados integraban el Grupo Especial de Inteligencia contra el Crimen Organizado, ubicado dentro de la Dirección Contra el Terrorismo de la Policía. Los investigados, 16 oficiales y 80 suboficiales, habrían cometido ejecuciones extrajudiciales bajo el liderazgo del comandante Enrique Prado Ravines –ahora ascendido a general– entre 2011 y 2015, con el objetivo de obtener ascensos y distinciones policiales.

Según un colaborador que asegura haber formado parte del grupo de informantes civiles pagados por este comandante, estos incentivaban a delincuentes de baja categoría a cometer delitos sencillos, información que luego filtraban a la Policía. Así, los agentes sorprendían a los delincuentes y los mataban, para después informar de que los tiroteos habían sido producto de enfrentamientos arriesgados. El colaborador declaró en televisión que el comandante «organizaba todo, ganaba así su ascenso y felicitaciones por parte de sus jefe», mientras que los ejecutores obtenían dinero.