Raimundo Fitero
DE REOJO

Un adiós

El periodista Jon Sistiaga tiene un programa en el canal #0 de título inquietante, “Tabú”, y que genéricamente se dedica a hablarnos de ese final de todos: la muerte. En su última entrega dedicó el programa a algo tan difícil de tratar como es el suicidio. Vaya por delante que me impresionó la manera respetuosa y profunda con el que Sistiaga trató el tema. Me pareció de alta calidad periodística, un reportaje perfectamente estructurado, muy bien trabajado, con muchas voces, con muchos ejemplos, lo que provocaba una visión panorámica de un asunto que cuesta tanto afrontar.

De todos los testimonios, son desgarradores los de los padres de niños o adolescentes que se han suicidado. Ese sentimiento de culpa que uno siente que atraviesa a todos cuantos hablaban, ese tono de resignación, la superación del trauma primero, de esa negación de la realidad, de ese vuelco del corazón. Existen asociaciones para consolarse, para superar colectivamente el trauma. De esos testimonios uno saca conclusiones sencillas. Atender a quien nos está reclamando atención, no dar por supuesto que si no ha sucedido es una pose, sino que en el momento en que encuentran la oportunidad toman esa decisión que todavía nadie puede clasificar de cobarde o valiente. Una decisión. Una llamada, un grito, un adiós. Porque existe ese adiós escrito, pero existe el adiós silenciado. La urgencia o el rito, la llamada del abismo, la huida de la realidad. Testimonios impactantes de personas que lo han intentado, como una joven campeona paralímpica que asegura que tras un enésimo intento de suicidio quedó parapléjica y le diagnosticaron su disfunción mental, ha podido encontrar sentido a la vida. Paradojas. Un tabú, una manera de entender la vida. Incluso una manera para amarla y comprender que algunos no deseen vivir y prefieran irse, con o sin adiós.