Benjamin CARLSON (AFP)
Pekín

FRENTE A TRUMP, CHINA ESTÁ LISTA PARA REDISEñAR EL MAPA DEL COMERCIO MUNDIAL

Al abandonar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), los Estados Unidos de Donald Trump podrían dejar el campo libre a China para que rediseñe el paisaje del comercio mundial, precisamente, cuando Pekín ambiciona impulsar pactos alternativos en Asia.

El objetivo del TPP no era otro que «institucionalizar la dominación económica de los Estados Unidos excluyendo y aislando a China», para así «acorralar» al gigante asiático, según se afirmaba en un comentario publicado el jueves pasado en “El Diario del Pueblo”, portavoz del Partido Comunista de China. En otras palabras, Pekín no lamentará el anunciado naufragio de este ambicioso acuerdo comercial que reúne a doce países que bordean el océano Pacífico, y no tiene en cuenta a China.

Ese texto, promovido por Washington con la pretensión de dar forma a las normas comerciales del siglo XXI, se firmó en 2015, pero todavía no ha entrado en vigor. Y ahora está en claro peligro, después de que Donald Trump haya prometido la retirada de EEUU en cuanto asuma el poder. El exuberante multimillonario también se ha comprometido a establecer aranceles prohibitivos para penalizar las importaciones de China y de México.

«China será la que más se beneficiará de un mayor proteccionismo en EEUU», comentaba el “Global Times”, diario chino de ideología nacionalista, que considera que la segunda economía mundial podría «coger la antorcha» y convertirse en «el líder del libre comercio». «Si Estados Unidos se aleja del TPP, podría abrir la puerta al desarrollo de iniciativas propias de China en Asia», advierten, por su parte, los analistas de la firma estadounidense IHS Global.

Otros acuerdos en marcha

Mientras tanto, los aliados de Washington se muestran desconcertados: «Sin EEUU, el TPP ya no tendría sentido», comentó el primer ministro nipón, Shinzo Abe, asegurando al mismo tiempo que continuará intentando convencer a Donald Trump de que renuncie a su iniciativa.

En cambio, otros países parecen ya dispuestos a pasar página y acelerar las negociaciones de otros proyectos de libre comercio que también están sobre la mesa y en los que Pekín juega un papel clave.

Australia ya advirtió, tras la elección de Donadl Trump, que el vacío provocado por un fracaso del TPP «podría ser llenado» por el RCEP. Este proyecto agrupa a la Asean (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), India, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y China, que apoya ardientemente la iniciativa. No así Estados Unidos.

Contrariamente al TPP, el RCEP no impondría a sus miembros normas medioambientales ni en el área del derecho laboral.

Pero, sobre todo, China tiene la intención de acelerar su propio proyecto de Área de Libre Comercio Asia-Pacífico (FTAAP, en inglés), que tiene como objetivo reunir a los 21 países del APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, que representa el 60% del comercio mundial), como subrayó recientemente el presidente chino, Xi Jinping, durante la cumbre celebrada en Lima, la capital peruana. «La construcción de la FTAAP es una iniciativa estratégica vital para la prosperidad de la región a largo plazo», insistió.

Para Pekín, es un desafío importante: al desacreditar la influencia diplomática y económica de EEUU en Asia, que es muy grande, el régimen comunista trata de elevar su estatura en la escena regional y mundial, y presenta su relación con Washington como un diálogo de igual a igual, “entre grandes potencias”.

¿El campeón del libre comercio?

En Lima, ante sus homólogos de la APEC, Xi Jinping golpeó duro en la brecha abierta por la victoria de Trump, promoviendo el libre comercio sin complejos. «Nosotros no vamos a cerrar la puerta, sino que la abriremos todavía más –destacó–. Vamos a implicarnos totalmente en la globalización apoyando el comercio multilateral».

Esta autoproclamación de China como campeón del libre comercio resulta algo sorprendente, en tanto en cuanto contrasta con las restricciones que impone a las empresas extranjeras, prohibidas en algunos sectores u obligadas a asociarse a firmas locales en otros. No obstante, Pekín sabe adaptar fácilmente su política comercial y sus tarifas en función de sus relaciones diplomáticas con otros países.

Además, al centrarse en las negociaciones de acuerdos de libre comercio regionales, China podría obtener importantes ganancias en cuanto a su influencia geopolítica: en caso de una retirada gradual de EEUU, el gigante asiático podría imponer más facilmente sus puntos de vista en las disputas territoriales en el Mar de China Meridional. Pero el Ministerio chino de Asuntos Exteriores rechaza enérgicamente esa visión. «Debemos evitar politizar los acuerdos comerciales, y todos los países deberían dejar de sobre-interpretarlos utilizando anteojos geopolíticos», replicó el pasado miércoles su portavoz, Geng Shuang.