Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

El cuerpo ya no está para bailar el tango

No estamos aquí para juzgar a nadie, pero creo que Bertolucci se ha equivocado a la hora de buscar atenuantes para un comportamiento inexcusable. Mejor habría hecho en reconocer que se equivocó, que le pudo su soberbia de cineasta joven que se creía que su película “El último tango” (1972) estaba por encima de todo, con tal de provocar la moral burguesa.

En lugar de escudarse en el hecho de que Maria Schneider (19 años) había leído el guion, y que solo se le ocultó el detalle de la utilización por parte de Marlon Brando (48 años) de la mantequilla como lubricante, no puede sino reconocer que se buscaba la humillación del personaje, detrás del cual había una actriz de carne y hueso, que en efecto se sintió tan humillada, que ya nunca más quiso volver a desnudarse en una película.

El paso del tiempo tampoco es excusa, porque parece insinuarse que lo que entonces fue tomado por el público como una frivolidad fue en realidad un acto horrible dentro de una coyuntura que lo permitía. Hasta el propio Bertolucci reconoce que su actitud en la actualidad no sería admisible, así que debería ir poniéndose al día con su pasado. La sociedad ha evolucionado lo suficiente como para que hechos de tal naturaleza sean denunciados, aunque parezca ya tarde.