Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Vaiana»

En un lugar de la Polinesia

Desde su irrupción en la factoría Disney allá por los ochenta con “Basil, el ratón superdetective”, el dúo de animadores formado por John Musker y Ron Clements ha compartido una trayectoria profesional en el “imperio del tío Walt” que nos revela aquella etapa de eclipse alarmante que padeció la compañía y la explosiva remontada que ha vivido Disney gracias, sobre todo y en su faceta animada, al frescor que ha imprimido la obra de Pixar.

Teniendo siempre presente lo que ha aportado la factoría de Lasseter al universo de la animación –y gracias a la aplicación de las nuevas tecnologías pero sobre todo a una galería de personajes e historias inteligentes y muy sorprendentes–, Musker y Clements han elaborado en esta última producción una obra que tiende a beber del clasicismo de Disney y la renovada fachada inspirada por Pixar.

Si en obras como “La sirenita” estos creadores lograron llevar a cabo una de las obras más destacadas de la etapa moderna de los estudios de Burbank, en “Vaiana” han querido seguir la estela de esta obra mediante la presencia de una princeesa pizpireta en cuya personalidad se intuye una posición reivindicativa como mujer pero un tanto suavizada en su recta final.

La trama tampoco es que aporte excesivas cuestiones originales y todo se resume en un fascinante y cálido escenario virtual en el que se revela el alto grado de calidad técnica que encierran las texturas y el movimiento y un diseño que hereda lalínea clásica Disney.

Buen ejemplo de este dinamismo que a ratos divierte es la poderosa presencia del dios Maui cuyo cuerpo acoge un buen número de tatuajes que son dotados de movimiento por la propia consciencia del ser divino. Este universo en movimiento figura entre lo más relevante de este largometraje que entretiene pero que no seduce plenamente.