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La negociación, los controles y la nieve ralentizan la salida de Alepo

La negociación para sincronizar la evacuación de Alepo con las de las ciudades de Fua y Kafraya, asediadas por los rebeldes, los sucesivos controles hasta llegar al territorio en manos de las milicias insurgentes y, además, una tormenta de nieve ralentizaron la salida de rebeldes y civiles que aún permanecen en los barrios de la ciudad controlada por la insurgencia. Miles de personas esperan aún, bajo el frío y hambrientas, la evacuación.

Los habitantes que permanecen en el reducto rebelde de Alepo eran evacuados ayer con cuentagotas y la operación se complicó por una tormenta de nieve que retrasó la salida de los convoyes. Desde que comenzó el pasado 15 de diciembre, la evacuación sigue un ritmo irregular y varios miles de personas esperan todavía salir del último foco rebelde de la ciudad, en menos de cinco kilómetros cuadrados.

Después de un parón de 24 horas para negociar y sincronizar las evacuaciones con las de las ciudades de Fua y Kafraya, localidades chiíes asediadas por los insurgentes en la provincia de Idleb, veinte autobuses se pusieron en marcha con hombres armados y sus familias en dirección al territorio bajo control rebelde al oeste de la provincia. El trayecto se ralentiza también por los sucesivos puntos de control que deben franquear antes de llegar allí. «Los autobuses no tienen calefacción. Los pasajeros, mujeres, niños y personas mayores padecen frío. No tienen alimentos ni agua», afirmó Ahmad al-Dibs, jefe de una unidad de médicos y voluntarios que coordina las evacuaciones en Jan al-Assal, punto de encuentro en el lado rebelde. El director del Comité Internacional de la Cruz Roja para Oriente Medio, Robert Mardini aseguró que «las condiciones climáticas son difíciles y la gente está agotada». Más de 25.000 personas, rebeldes y civiles, han salido ya, según la Cruz Roja, pero miles más esperan ser evacuados.

«Nos han preparado una cárcel en Idleb para asediarnos»

«No queríamos abandonar nuestra tierra, el régimen y sus aliados utilizaron todo tipo de armas para que nos fuéramos», explica Abu Mohamad, un treintañero instalado en un campamento de desplazados en Idleb, junto a unas 100 familias de Alepo. «Nos han preparado una cárcel en Idleb, para asediarnos y bombardearnos», teme este padre de cuatro hijos. Tras los desplazados de Daraya, Muadamiyeh al-Sham y otros feudos de la insurrección, los civiles y rebeldes evacuados de Alepo no tienen otra alternativa que trasladarse a Idleb, última provincia controlada totalmente por la insurgencia y sus aliados yihadistas. Estos últimos meses, decenas de miles de personas huyeron hacia esta provincia, sobre todo desde varias localidades en los alrededores de Damasco, que el régimen controla gracias a unos acuerdos según los cuales los insurgentes pueden escoger entre entregarse al Ejército o ir a Idleb. «El régimen quiere reunir a los revolucionarios y a los opositores para poder atacar de un solo golpe», teme Nasser Alush, un rico propietario que asegura que hospedó gratuitamente a desplazados en los edificios que posee. El flujo de cientos de miles de personas ha disparado los alquileres y los precios de los alimentos básicos, si bien los combatientes pueden contar con el apoyo de su facción, que les proporciona alojamiento, ropa, alimentos.GARA