Ariane KAMIO
DONOSTIA
Elkarrizketa
PABLO BERASTEGUI
DIRECTOR DE LA CAPITALIDAD EUROPEA DE LA CULTURA 2016

«Con pequeñas decisiones podría haber habido cambios enormes»

Se despide 2016 y con el año también dice adiós la Capitalidad Europea de la Cultura 2016. Su director hace balance de lo acontecido con una crítica honesta de los errores y aciertos que ha cometido en su recorrido al frente del proyecto.

¿Qué tal se encuentra?

Con una sensación extraña entre cansancio y vacío porque parece que todo se ha acabado ya. También relajado y satisfecho. Una combinación de sentimientos.

Echando la vista atrás, ¿cómo le parece que se ha transmitido el año?

Hablas de la palabra transmitir, la crucial. Hemos tenido dificultades de transmitir generalmente el objeto que teníamos entre manos. Es posible que no hayamos sabido dar la vuelta a una percepción un poco desproporcionada a un proyecto cultural, que trabajaba con unos parámetros de tiempo determinados, con un extra de compensación porque había tenido diferentes altibajos y diferentes interrupciones, con un presupuesto ajustado. Es mucho dinero para estos tiempos, pero tampoco podemos pretender resolver absolutamente todos los órdenes y que diera satisfacción a todas las ideas que cada uno tenía del proyecto. Nosotros como equipo, desde dentro, sentimos que hemos hecho lo que considerábamos que teníamos que hacer. Que era implementar un proyecto, arriesgado, valiente, pertinente, con algunos errores y fallos por supuesto, y tal vez hemos sentido una cierta dificultad o que no se entendía muy bien cuál era nuestro objeto. Que sería igual no haber sido capaces de explicarnos mejor.

Les ha costado llegar.

Nos ha costado llegar. Por una parte todo el mundo está pendiente del tema, está ahí, pero sin profundidad. También hemos tenido que trabajar contra reloj, con unas inercias y con una carga pasiva de imagen bastante alta.

El lunes hicieron balance. Dijeron que habían «cumplido» con Europa. Se percibe una sensación agridulce.

Puede sonar un poco a justificación. ‘Cumplido’ con Europa en el sentido de que Europa eligió un proyecto, no una ciudad, no un conjunto de ideas de cada una de las personas que podíamos vivir en esta ciudad. El proyecto tenía unas premisas muy determinadas, estaba enmarcado en un plan estratégico que tenía que ver con la puesta en valor de la cultura como un instrumento más para intentar favorecer una mejor convivencia entre aquellos que habían estado distanciados en el pasado, o en el pasado reciente, o incluso hoy en día y que son las razones por las que la habían valorado. En ese sentido, creo que hemos satisfecho el encargo que teníamos adquirido. Pero luego puede venir la otra parte de la pregunta. ¿Y a los de aquí? Si hemos cumplido con lo que la ciudad tenía. Pues creo que la pregunta no debería ser para nosotros si no para los ciudadanos, y probablemente la respuesta sería que no, que ellos no lo han percibido como tal, porque tenían una expectativa distinta a lo que debía haber sido.

¿El acto de inauguración ha tenido luego influencia en el desarrollo del año en cuanto a la actitud mantenida por la ciudadanía?

Cada vez pienso que más. Ayer estuve presente en un concierto que terminó con el “Baga, biga, higa” y todavía se me revolvían las carnes. Tengo la sensación de que si hubiera funcionado lo que pensamos honestamente que iba a funcionar, es muy posible que hubiera sido más fácil mandar otros mensajes y hacerse entender. Y hubiera sido mejor percibido el conjunto, sin haber cambiado nada del resto.

La siguiente pregunta va acerca de la exposición que se organizó con trabajos de personas recluidas y donde algunas obras de presos vascos se censuraron. ¿Qué ocurrió?

Era un proyecto que formaba parte de un todo. En ese sentido, consideramos en un momento dado que nos parecía muy interesante ver qué posibilidades nos ofrecía la cultura para hacer más llevadera la reclusión a las personas que estaban en las instituciones estatales. Era un proyecto que estaba desde el programa de candidatura.

Nos preocupó que algunos contenidos/protagonistas generaran una distracción completa sobre el objeto de la exposición y también sobre el conjunto del proyecto sobre el que estábamos trabajando. En ese sentido consideramos que era mejor no presentar esos trabajos. Esto en una conversación con los comisarios que ellos no lo veían así, pero nosotros teníamos una responsabilidad superior a la suya al ser responsables de un proyecto más grande y tomamos la decisión. Y tomamos la decisión de exponer nuestras propias debilidades, de mostrar que en ese momento no nos sentíamos capacitados como proyecto o como sociedad o colectivo, pero sí de abordar esa cuestión con esas obras.

Yo creo que ha habido una malinterpretación. Nosotros nunca hemos dicho que se quitaran esas piezas porque son presos de ETA. Las retiramos porque pensábamos que podían tergiversar el contenido de un proyecto, porque podían generar mucho daño entre personas que todavía tienen un sentimiento, un dolor fresco, una herida abierta. Y esa fue la razón por las que las quitamos. Creo personalmente que era un ejercicio de responsabilidad y creo que fuimos muy cuidadosos a la hora de exponerlo, que se hicieron injerencias de sentido que no eran las que nosotros teníamos y creo que tiene un valor que no se nos está dando, pero que tampoco pasa nada, que es que estuvimos hablándolo durante mucho tiempo con los comisarios y con el director y que acordamos mostrar nuestra propia vulnerabilidad, dificultad para cuestiones que son complejas. No ocultarlo. Acordar la manera en la que lo íbamos a hacer visible y reconocer que no estábamos preparados. Como proyecto creíamos que no podíamos hacerlo y lo evidenciábamos.

La convivencia es una de las bases del proyecto, sabiendo que el conflicto político ha generado dolor en varias partes de la sociedad, ¿no resulta contradictorio?

Lo hemos trabajado en otros ámbitos y pensábamos que en esa exposición no ayudaba. Lo hicimos desde la honestidad, pensando que iba a destruir más que construir.

No quisieron arriesgar.

Siempre tienes la disyuntiva de vamos adelante o no. Y tomamos una decisión. Ello generó una polémica y un alejamiento seguramente de personas que creían que el proyecto tenía algo que hacer a ese respecto y que es una pérdida importante. Pensábamos que era menos grave que si lo hubiéramos hecho.

¿Han tenido total independencia a la hora de tomar decisiones?

Si la decisión es tomada como propia, es tomada como propia. Lógicamente nosotros tenemos unas responsabilidades, no solamente hacia nuestro patronato, si no hacia la sociedad y hacia un proyecto. En ese sentido tenemos que trabajar con cuidado.

¿Qué va a ocurrir a partir del 1 de enero?

Yo creo que van a seguir pasando muchas cosas. Yo siempre decía antes de empezar la Capitalidad que el 1 de enero de 2017 era el día más importante. Sigo pensándolo, estoy convencido de que va a haber muchos legados, muchos aprendizajes, que va a haber cambios que se van a ir manifestando a lo largo del tiempo, pero no sé exactamente qué va a suceder. Estoy convencido de que necesitamos un poco de tiempo para tener una visión más ponderada de lo que ha sido el proyecto y creo que la esencia es que seamos capaces de compartir con la sociedad en general algunos de los aprendizajes que hemos tenido con esta experiencia, incluso con los errores, y en el punto de la convivencia lo mismo. Creo que hay que saber decir, ‘hasta aquí hemos llegado. Esto no está resuelto, hay que seguir trabajando en ello’. Igual teníamos que haber sido capaces de resolverlo nosotros, pero no lo hemos sido, porque no estábamos listos, pero sí que hay que hacerlo.

Creo que hay una partida presupuestario para los siguientes años.

Hay unos presupuestos plurianuales para 2017 y 2018. Ahora mismo se ha aprobado un presupuesto para 2017 para hacer el cierre de actividades que no han terminado. Eso sería una parte. Otra parte sería todo lo que tiene que ver con la evaluación, que es obligatorio desde Europa y para nosotros es esencial. Porque un proyecto que ha querido trabajar sobre intangibles, sobre procesos, ha querido dejar una impronta, una especie de legado de cómo poder medír mejor esos procesos, y nosotros tenemos que hacer una serie de evaluaciones que se hacen en marzo y tendremos que analizar datos en primavera. Y luego tenemos que asegurarnos de la transferencia de conocimientos adquiridos, transferirlo a quienes son responsables de gestionar la cultura y asegurar el legado sociocultural. Una cuestión es lo que va a suceder con la fundación y otro lo que va a suceder con el legado. Son dos caminos separados.

¿Si pudiera ir atrás en el tiempo, algo que cambiaría?

Muchas cosas. Pero como no se puede ir atrás en el tiempo… Con pequeñas decisiones podrían haber habido cambios enormes. Si hubiéramos sabido unas cosas que hemos conocido a posteriori habríamos tomado unas decisiones y hubiéramos resuelto de otra manera. No merece la pena dedicarle demasiado tiempo a pensar en lo que puede suceder.

¿Y algo que sí resaltaría?

Muchas cosas. El otro día la presentación del protocolo de los derechos lingüísticos creo que fue un momento emocionante.

¿Está cansado?

Sí, sin duda. Por eso a veces me parece que las reflexiones hay que hacerlas de forma más pausada, porque el cansancio te puede llevar a minusvalorar tu trabajo o a no valorar tan positivamente otras cuestiones.