PRISTINA

La oposición kosovar exige romper con Serbia por el affaire Haradinaj

La detención la semana pasada en el Estado francés del antiguo dirigente de la guerrilla kosovar (UÇK) Ramush Haradinaj ha provocado tal alud de críticas en Pristina que el frágil diálogo con Serbia amenaza ruina. Belgrado, que insiste en considerar Kosovo parte constitucional de su territorio serbio y ha denunciado siempre la parcialidad antiserbia de la justicia internacional, insiste en pedir su extradición por «crímenes de guerra contra civiles».

Serbia quiere juzgar al que fuera dirigente del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK) y primer ministro efímero entre 2004 y 2005, al que acusa de crímenes de guerra contra civiles durante la rebelión armada contra Belgrado (1998-1999).

Este conflicto, que dejó 13.000 muertos, condujo a la secesión de Kosovo, poblada mayoritariamente por albaneses, hasta su independencia en 2008.

Serbia pidió oficialmente el martes la extradición de Haradinaj al Estado francés, que le detuvo el 4 de enero en el aeropuerto de Bâle-Mulhouse (este), en virtud de un mandato de arresto internacional. Un tribunal francés debe dexaminarla hoy mismo sin entrar en el fondo de la cuestión.

«Haradinak es Kosovo»

Para sus compatriotas, «Haradinaj es Kosovo», una «leyenda viva» de la independencia y de la lucha contra el régimen de Slobodan Milosevic, como proclamaron cientos de exguerrilleros de UÇK que se manifestaron bajo la nieve hasta la sede de la embajada francesa.

Se esperan nuevas manifestaciones estos días en varias localidades kosovares en solidaridad con el dirigente guerrillero, absuelto en 2008 y 2012 por el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY).

Desde entonces, Haradinaj se ha convertido en opositor al presidente y colíder guerrillero, Hashim Thaçi y un adversario del histórico acuerdo de normalización de relaciones con Belgrado firmado en 2013.

El martes la oposición kosovar exigió la suspensión de «las negociaciones con Serbia hasta la anulación de todos los mandatos de arresto contra líderes y miembros de UÇK». «Serbia trabaja abiertamente y cotidianamente para destruir el Estado kosovar. El Gobierno (de Pristina) debería bloquear inmediatamente las importaciones desde Serbia», urgió el diputado Ismajl Kurteshi, del Movimiento político Vetevendosje (Autodeterminación), que lleva años luchando contra la normalización de relaciones con Serbia y contra lo que considera un protectorado de la Unión Europea sobre Kosovo.

Atrapado en una situación delicada, el primer ministro de Kosovo, Isa Mustaphah, denunció que que la decisión serbia de juzgar a Haradinaj como «políticamente motivado, en un intento evidente de acentuarlas tensiones y los conflictos en la región» balcánica.

Un diálogo con pinzas y viejos agravios sin resolver

El frágil diálogo entre Serbia y Kosovo, inaugurado en 2013 por presiones de la Unión Europea, ha permitido algunos progresos en términos de circulación de personas y de bienes, además de en materia de cooperación. Pero nunca ha tenido apoyo popular y ha sido impuesto por los responsables políticos bajo el marcaje de Bruselas.

Y avanza lentamente, como ilustran las reticencias de Kosovo para poner en marcha la asociación de municipalidades serbias (donde viven 100.000 personas de un total de 1.800.000 habitantes).

En octubre, con el apoyo de Belgrado, los dirigentes serbios de Kosovo suspendieron su participación en los grupos de trabajo del Gobierno y del Parlamento de Pristina para protestar por la nacionalización de la mina de Trpca, que consideran propiedad serbia, en el norte de Kosovo.

Belgrado insiste en considerar Kosovo como la cuna histórica de Serbia. Poner en duda ese mito sigue siendo un tabú político para los serbios.

E insiste en que «no renunciaremos nunca a perseguir a Haradinaj o a todos los que hayan cometido crímenes contra el pueblo serbio. El pueblo serbio, como el resto de pueblos del mundo, merece justicia», señala, evocando implícitamente los procesos contra dirigentes serbios por crímenes de guerra y contra la humanidad en las recientes guerras balcánicas. GARA