Joseba VIVANCO
Athletic

A falta de juego, confianza ciega

Toca asumir que la fe del equipo en sí mismo lleva camino de ser el principal y casi único argumento para mantener vivos los objetivos.

El sábado, en la rueda de prensa de Ernesto Valverde posterior al partido, nadie osó cuestionar la apurada victoria sobre la bocina sacando a relucir el evidente limitado fútbol de los rojiblancos. La última vez aquella incómoda cuestión derivó en una vehemente y, por nada habitual, sorpredente respuesta del técnico, que dio para hablar unos cuantos días. Es algo así como las reflexiones-contestaciones que da el Cholo Simeone cuando se pone en solfa el juego de su equipo pero saca marcadores adelante como el domingo, remontando al Celta en los diez minutos finales. Eso sí, al Atlético del argentino se le concede esa capacidad innata del ‘cholismo’ de exhalar hasta el último aliento o de doblegar al rival a base de fe e intentarlo, en tanto al Athletic se le concede menos ese margen de fiarlo todo a su gen competitivo, ese de, como decía el propio Valverde esta jornada, ir, ir e ir a por el partido.

Que el Athletic lleva ya más de media temporada tratando de encontrar su hoja de ruta es tan palpable que seguir insistiendo sobre ello no lleva a ninguna parte; es más, hacerlo no es sino hurgar en la herida, esa que tanto jugadores como entrenador saben de sobra que no acaba de cicatrizar. Y resulta difícil vaticinar si de aquí a final de curso terminará dando con ese patrón que busca y que la gente está esperando. No se ve que haya fluidez en su fútbol, que ni siquiera por ocasiones merezca muchas veces mayor premio que sus rivales, que sea mejor o superior, y cada oportunidad, cada jornada, viene a ser un poco más de lo mismo. Que hay unos cuantos equipos más solventes y de fiar ahora mismo es una verdad como un puño.

Pero a falta de fútbol entendido como lo que este Athletic venía ofreciendo las temporadas precedentes, este equipo saca a relucir ese generoso esfuerzo que se supone intrínseco al Athletic. Y a ello se agarra como a un clavo ardiendo. Y ahí sigue, quemándose la mano pero sin soltarlo. Los partidos en San Mamés se les hacen muy largos a los rivales, tanto como al espectador. El Athletic, su técnico, tienen claro que duran 90 minutos o los que hagan falta, y hasta el rabo todo es toro. Que a domicilio no les está funcionando, sí, pero también es verdad que incluso lejos de casa no dejan de intentarlo, de saber que si el rival se toma un respiro o sus fuerzas flaquean, ahí estarán ellos para asaltar el marcador.

Ahora mismo ese pasa por ser su principal argumento futbolístico. Y con eso le está bastando para seguir en la pomada liguera; que le dé para meterse en puestos europeos en mayo, esa será otra historia. Pero mientras ese fútbol sigue en stand-by, tocará tirar de las armas al alcance y esa fe inquebrantable de ir, ir e ir... Es lo que hay. A día de hoy salvo Muniain, Yeray, Laporte, Balenziaga... la mayoría de jugadores no están ofreciendo el nivel que pueden dar. Y así es imposible dar con ese juego buscado y, sobre todo, dar una continuidad en el mismo. Que hay en ello una responsabilidad del propio técnico, es lógico; que los futbolistas tienen también su buena cuota de culpa, más que evidente. Que esto le sucede al Athletic y a cualquiera, está a la orden del día en este deporte, en el que ni siquiera metódicos como Marcelo Bielsa o Pep Guardiola consiguen controlar un juego tan volátil como un balón.

A partir de aquí, de saber dónde estamos, de reconocer que no se juega ni a castañas y cuando lo haces sí que te equiparas con esos rivales ‘menores’, de que, como reconoció Muniain el domingo, «últimamente nos está costando mucho y hay que tener cuidado con estas cosas porque se te puede complicar y no darle la vuelta», no queda otra que seguir agarrándote a lo que te da de comer. A que Williams o Muniain revolucionen un partido atascado, que Susaeta meta un centro de esos que parecen rescatados del ‘No-Do’, de que Aduriz se enchufe después de 80 minutos desconectado, de que... Mientras esa fe en que es posible siga inquebrantable, y a la espera de que llegue, si es que llega, ese fútbol anhelado, el Athletic seguirá en la pomada, porque es precisamente esa confianza en sí mismo la que le mantiene vivo. ¿Que le dé para firmar al final un curso de notable o sobresaliente? Ya se verá. De momento, y visto lo visto, como defendía una vez Mark Viduka, futbolista australiano que militó en la Premier, «no me importaría perder todos los partidos, siempre y cuando ganemos la Liga». Veremos.

Aduriz, máximo goleador de esta EL y cuarto de su historia

Aritz Aduriz suma seis goles esta Europa League, gracias sobre todo a los cinco que le hizo a Genk belga, con lo que lidera la tabla de artilleros. Tantos que aúpan al donostiarra a cuarto máximo goleador en la historia de la competición, con 19, por detrás de Falcao (con 31), el paraguayo Cardozo (22) y el italiano Giuseppe Rossi (20). El Athletic necesitará de la mejor versión del delantero ante el APOEL Nicosia y, sobre todo, que tenga cuidado pues está apercibido de sanción y una amarilla le impediría jugar la vuelta. En el lado chipriota, su ariete Pieros Sotiriou –también apercibido– es el máximo realizador de los suyos en competiciones europeas con 9, junto a a Aílton.J.V.