Raimundo Fitero
DE REOJO

A la contra

Dan ganas de cumplir algún sueño extraño. Como conducir contra dirección durante un viaje espacial. Hoy me he levantado con el carácter del jugador a la contra, que en fútbol es una manera de expresar lo que es una táctica casi oriental. Esperar el cansancio o el error del contrario para lanzarse a sus puntos débiles y derribarlo, con una llave o un gol. Por eso tengo que decir que la presencia de Mariló Montero en “El Hormiguero” la otra noche me resultó muy conmovedora. Es lo que se llama un animal mediático. Sus años frente a las cámaras le han creado una costra de maquillaje y sonrojos que a mi entender es muy frágil.

Por eso es tan fácil quitársela, sobre todo en un territorio tan propenso a la juerga de fiesta franciscana en las horas de catequesis como el programa del YO Motos. Pero hubo un momento en el que la comunicadora navarra habló de la muerte y en su estilo propio, ese en el que las neuronas espejo se dejan influir por Alicia y se atraviesan de manera descontrolada, dejó entrever que no le importa, es más que le atrae. Cierto es que después dijo que amaba la vida, pero esa expresión de amor a la muerte, si no se hace cantando con una cabra en el desfile legionario, me parece una excitante y magnífica reflexión filosófica.

No es extraño sentirse eufórico, radiante y de repente pensar en la muerte. En desaparecer. En dejar este mundo. Sin acritud. Es asumir que un día sucederá y que a lo mejor no es necesario quedarse a esperar el desenlace, sino que uno puede contribuir a terminar ese guion. Es una suerte de tranquilidad cósmica, no preocuparse por la muerte como drama, sino como una trama de esta comedia. Una manera de celebrar la vida sabiendo que existe una llamada de la muerte que te refuerza las ganas de vivir. ¿Eso dijo Mariló? Lo digo yo, por ir a la contra.