Joseba VIVANCO
Athletic

De las palabras a los hechos

Un frío San Mamés mandó un doble mensaje al equipo, entre el descontento por su juego y el apoyo para lo que queda. A los jugadores les toca responder.

«Nosotros somos los que salimos al campo», defendía tras la reparadora victoria ante los granadinos uno de los goleadores del domingo, Markel Susaeta. Su compañero Iker Muniain, cuestionado estos días por sus últimos ‘recaditos’ a prensa y afición sobre lo de insistir en ver la botella medio vacía, dejaba en las redes sociales un sintomático «con vosotros al fin del mundo chicos», acompañado de una imagen haciendo piña con sus compañeros tras uno de los tantos. Mikel San José hacía lo propio y tuiteaba un mensaje con una doble lectura e igual división de opiniones: «Victoria importante con sabor agridulce. Nunca pensé que vería San Mames como hoy, pero seguro que le daremos la vuelta a esto».

Había expectación por cómo San Mamés recibiría a los suyos tras el sopapo deportivo y anímico del jueves, y el graderío, ocupado en menor número de lo habitual, se mostró casi todo el encuentro gélido, contemplativo, tanto como las pocas vibraciones que transmitía el cicatero juego de los suyos desde el césped. Les aplaudió en el calentamiento previo, tímidos gritos de ánimo cuando los nazaríes empataron, la grada popular se arrancó en la primera mitad con algunos esporádicos cantos y se contagió del ambiente sepulcral en la segunda, arreciaron los gritos de ¡Athletic, Athletic! tras el bienvenido gol de San José, se escaparon pitos desde la bancada tras un pésimo balón al aréa de Bóveda que venía precedido de otro no mejor de Williams, y donde sí demostró la afición su saber estar al lado del equipo fue en la ovación a Muniain cuando fue cambiado y devuelta con aplausos con el navarro. Ese fue el termómetro en la grada, ni frío ni calor, un comportamiento correcto en una semana, incluso una temporada, en la que equipo y masa social digamos que discrepan de manera abierta en el cómo por encima del qué. Una hinchada que espera ese paso adelante el equipo sobre todo fuera de casa.

El Athletic es séptimo y el segundo mejor equipo de la Liga en casa. Y aun así, la gente no está contenta. Se ha acostumbrado a algo más que el resultadismo, incluso si este fuera flor de una temporada. El sábado por la noche un socio se apostó con un servidor un cordero a que el Granada se llevaba los tres puntos. Tal es el pesimismo reinante, la apatía que preside la campaña de los leones cuyo, no lo olvidemos, primer objetivo allá en agosto sigue latente, volver a clasificarse en puestos europeos por mucho que el agorero de turno salga con aquello de ‘meterse en Europa para esto...’ en referencia al fiasco de este año.

En ningún caso se trata, como popularmente se dice, de aplaudir con las orejas al equipo sin el más mínimo sentido crítico, toda vez que el juego esta campaña diste mucho de ser el que se les supone a estos futbolistas y no es ninguna ofensa dudar de que de aquí a mayo vayan a ser capaces de conseguirlo. Pilares que no terminan de dar con su mejor versión, un fútbol anodino en demasiadas ocasiones y fases de los partidos, rosario de lesiones a cada cual más inoportuna y por encima de ello una sangrante falta de gol que es de hoy, de ayer y de anteayer. Salvo Aduriz, cada vez más entre algodones porque no es eterno, el Athletic no tiene verdaderos goleadores y si Williams necesita de veinte remates para que uno llegue a la red, qué decir del resto. El donostiarra ha enmascarado esa carencia estos años pero el polvo bajo la alfombra seguía ahí. La eliminatoria ante el APOEL se perdió por la pobre efectividad, más allá del juego o el nivel actual de los futbolistas.

El exceso del cambio de ciclo

El Athletic de esta campaña no fluye, no enamora, una evidencia a partir de la cual deducir que se avecina un cambio de ciclo, media un abismo. El Athletic es un equipo en crecimiento, que aprendió con la dolorosa lección de Bucarest hace seis años y debería aprender de lecciones como la de Nicosia. Caer para aprender. Su sino y el de casi cualquier equipo. Un equipo que aprende sobre la marcha en plena reconversión y futuro garantizado, donde Aduriz o Iraizoz dejarán sitio a los Kepa, Yeray, Lekue, Williams o Villalibre que recojan el testigo.

Acusar a este conjunto de falta de actitud por caer eliminados en un cruce europeo en que debería haber goleado suena excesivo; tacharle de autocomplacencia, de acomodamiento... Dudo que gente como Iraizoz, Beñat, San José, De Marcos, Raúl, Bóveda, Muniain y demás salgan al campo a sestear, que salten al césped sin ganas de buscar la victoria hasta el minuto noventa, precisamente lo que les ha llevado a sumar tantos puntos en San Mamés.

La crítica debe existir, la exigencia máxima también ahora que nos hemos creído capaces de cualquier cosa, pero esto es fútbol, por tanto impredecible, en el que perder es lo normal y ganar casi siempre una quimera para la mayoría. Y donde los rivales también juegan. Se trata de conseguir una regularidad en el tiempo, con algún altibajo, pero ser constante, como lo es ya el Atlético, como parece haberlo logrado el Sevilla o va camino el Villarreal, y no equipo ascensor. Esta vez pintan bastos y aun así el equipo es séptimo, sí. La gente lo sabe. Ante el Granada lo demostró, como un padre con su hijo. Esperemos que el grupo captara el mensaje y pase de las palabras y tuits a los hechos. «Este equipo tiene carácter para ganar en Sevilla», se defendió Susaeta. Pues venga.

Nico Pareja, N´Zonzi y Sarabia, bajas en el Sevilla

El Sevilla inició ayer la preparación del partido del jueves en el Sánchez Pizjuán –el Athletic descansó–, para el que serán bajas por sanción titular en la defensa Nico Pareja, Pablo Sarabia y el francés Steven N´Zonzi, este último jugador clave en el esquema de Sampaoli. Ernesto Valverde, por contra, recupera a Raúl García y puede que también a Laporte, según avanzó el domingo el técnico. El que no lo hará será De Marcos. Los leones se ejercitan hoy a puerta cerrada.

J.V.