Nagore BELASTEGI
COMIENZA LA ÉPOCA DE TURISMO

CON MOCHILA O EN HOTEL, DE LEJOS O DE CERCA, EN DONOSTIA

CALLES REPLETAS DE GENTE QUE MIRA A LOS EDIFICIOS CÁMARA EN MANO, LARGAS COLAS EN LA OFICINA DE TURISMO Y BARES DE PINTXOS A TOPE. ES LO QUE LE ESPERA A DONOSTIA A PARTIR DE AHORA Y HASTA DESPUÉS DE ZINEMALDIA. EL TURISMO HA IDO EN AUMENTO EN LOS ÚLTIMOS AñOS EN EUSKAL HERRIA Y SABEMOS APROVECHARLO.

Es divertido sentarse en un banco del paseo de la Concha un soleado domingo, observar a la gente y tratar de adivinar de dónde procede cada uno. La época de turismo ya ha comenzado, aunque para ser justos deberíamos decir que en una ciudad como Donostia, tan popular y cercana a la muga, siempre hay turismo. Sin embargo, el buen tiempo y los días libres abren la veda a los contenidos dirigidos a atraer a la gente, y no cesan hasta octubre. Hasta algunos carteles pueden leerse en inglés y francés, y no en euskara.

En el exterior de la nueva estación de autobuses descansaba un grupo de chicas finlandesas, que destacaban por el color de su cabello –todas rubias– y sus grandes mochilas. Están haciendo un tour por el Estado español comenzando en Sevilla. Su última parada será Bilbo, pero antes querían conocer Donostia. «No sabíamos mucho sobre el País Vasco pero la gente que nos hemos encontrado en el camino nos ha dicho que es un pueblo diferente, que tiene otras costumbres».

Por el centro se mezclaban locales y turistas. En la plaza Gipuzkoa se encontraba Marcela, una puertorriqueña que había dejado a «la tropa» en una cafetería y se había escapado para sacar algunas fotos. «Estoy impresionada. Cuando era niña estuve con el colegio en Madrid y Barcelona, pero no habíamos llegado hasta aquí», comentaba.

Ya en el Boulevard la cantidad de gente paseando llamaba la atención. Junto a la Bretxa estaba el mercado de artesanía que desde ayer y hasta diciembre tendrá lugar cada domingo y día festivo. Se trata de un escaparate perfecto para los artesanos, pues es un lugar estratégico donde se reúne una gran cantidad de gente, aunque aseguran que son los locales los que más cosas compran.

En la cercana oficina de turismo había una gran cola dejando latente que año tras año el turismo en Euskal Herria aumenta. «Se agradece que tengan esta máquina para los que solo queremos un mapa», comentó una pareja madrileña, turistas recurrentes en la ciudad, tras coger su mapa de la pantalla táctil del exterior de la oficina.

«Txakoli and gilda»

En el kiosko del Boulevard habían organizado una especie de romería con bailes, en los cuales solo los vascos participaban pero a los turistas se les veía contentos de haber tenido la suerte de toparse con este espectáculo de frente al salir de recorrer la Parte Vieja.

Todavía no era la hora de comer pero un grupo de japoneses que salía de la calle Mayor ya no tenía hambre pues se habían hartado a pintxos. Con un inglés bastante reducido pero con muchos gestos hicieron saber que les gusta la gastronomía y que no podían resistirse a pedirse un par de pintxos en cada bar. ¿Lo más reclamado? «Txakoli and gilda».

En el puerto ya no se oía tanta mezcla de idiomas y acentos. En esta zona la mayoría de turistas eran del Estado español, que oyeron la noticia de que «la Concha es la mejor playa de Europa» y querían comprobarlo. «Somos de interior así que siempre es un placer oler el mar», contó una mujer que tomaba fotos de su pareja y su bebé con la isla Santa Clara al fondo. La misma a la que pretendía llegar un grupo de adolescentes valencianos que debatían si el catamarán realizaba una vuelta o les dejaba allí un rato.

En torno al Aquárium había muchos niños. «Ama, corre!», gritaba un niño dando saltos por el puerto. Su ama estaba ocupada contándome que eran de Gasteiz, que este año habían decidido no salir fuera de vacaciones. «Conocemos los sitios de lejos y no conocemos lo nuestro. Y qué contento está el niño porque le hemos dicho que vamos a ver tiburones. Porque... ¿en este aquárium hay tiburones, verdad?».