Raimundo Fitero
DE REOJO

Menudencias

Andaba pensando en que era capaz de escribir, ayer domingo, la crónica de mañana sobre las elecciones francesas. Hay unos códigos, unos rituales mediáticos que me parece forman un cuerpo de ejército a favor de la abstención. O del voto extremo. Por cierto, ¿qué puede ser un voto extremo? Se lo he escuchado a un reportero y todavía ando conmocionado. A los franceses que nos sacan por nuestros canales opinando, haciendo de pitonisas o campaña electoral los notamos muy fatalistas. Comprendo que es que nos están taladrando la moral con estos reportajes, pero cuando me vuelve a sacar a unos viejos militantes comunistas, jubilados de la mina, diciendo que van a votar a Marine, «¿pour quoi pas?», argumentan.

¿Por qué se contraprograman las cadenas del duopolio en abierto con cosas tan similares? Es el eterno dilema desde que se inventó la táctica del cuerpo a cuerpo programático, parece que apostar por algo que sea diferente a lo que hace con éxito la competencia no es una buena estrategia. Insisten en agotar el filón. Recorrer en ciertos horarios las cadenas generalistas es entrar en un laberinto donde no hay muchas salidas porque han decidido mantenernos con un menú único. Estos compiten con programas iguales hasta con sus segundas marcas, a las que le confieren, simuladamente, un carácter más abierto. Y el capital es el mismo. O sea. Quiero felicitarles hoy lunes 24 de abril porque es un buen día para regalar un libro, una rosa y hasta un beso. Hoy leemos, mañana nos vacunamos, pasado llamamos a mamá. Hasta nos organizan la agenda atendiendo a sus necesidades de ventas. ¿Hay escapatoria al consumismo? Decir algo contra el consumo es peor que hacer un chiste antifranquista. Como diría Rajoy, en el Estado francés hay muchos franceses, muy franceses. Y francesas.