Arnaitz Gorriti
Periodista
LA EUROLIGA 2016/17 DE SASKI BASKONIA

Saski Baskonia deja escapar el éxito en Euroliga por un «casi»

El fracaso del fichaje de Bargnani, la irregularidad y las dos últimas derrotas en casa ante Panathinaikos y Zalgiris concluyeron en cruce suicida y un prematuro e injusto final después de haber ofrecido momentos de gran juego y haber derrotado a todos los grandes equipos de Europa.

Me estoy empezando a cansar del ‘casi’». Las palabras de Sito Alonso después de una derrota liguera han tenido su eco en la Euroliga. La eliminación ante el CSKA de Moscú culmina una temporada europea en la que los gasteiztarras han rendido a gran nivel, pero han pagado su inconstancia, cayendo por ello en un cruce suicida pese a mostrarse competitivos.

Solo queda la Liga ACB en la carrera baskonista, pero la sensación que flota en el aire es que todo lo que no sea ganar la Liga –algo que no sucede, ni siquiera jugar la final, desde 2010– va a ser insuficiente. El cupo de los «casi» está lleno.

Una buena idea de equipo. El fichaje de Shane Larkin de los Brooklyn Nets abría una vía de fichajes con criterio e interés. Después de perder a Bertans, Mike James, Adams y sobre todo Bourousis del año pasado, más el cambio de Sito Alonso por Perasovic, Saski Baskonia afrontaba la Euroliga más dura de la historia con un equipo nuevo, inexperto en las lides europeas. Por una vez, los objetivos establecidos eran más humildes que otros años, si es que meterse en los cruces de cuartos sirve como «objetivo modesto».

En ese sentido, meterse en séptima plaza con 17 victorias –680.000 euros por triunfos, más la taquilla y los dineros televisivos– está más que bien. Está más que bien descubrir a Shane Larkin, un base capaz de volver del revés casi cualquier partido; más que bien que equipos como el propio CSKA de Moscú y Fenerbahçe, ya clasificados para la Final Four, cayeron alguna vez –en el caso de los turcos, en las dos veces– ante el Baskonia; más que bien la adaptación de Chase Budinger al baloncesto FIBA, sabiendo además adaptar un rol para convertirse en un «chico para todo» que destaca en el juego sin balón, el rebote y la defensa; buena también la adaptación de Voigtmann a la élite europea, a pesar de padecer aún de cierta blandura en defensa; buena la capacidad de sacrificio de Ilimane Diop y Rafa Luz, que han dado el punto físico extra en defensa; muy bien Shengelia cuando las lesiones se lo han permitido, echándose al equipo a la espalda cuando se le ha requerido.

El talento es lo que más ha fallado. Andrea Bargnani venía para marcar la diferencia, ser el Bourousis del año siguiente a Bourousis, y ha resultado un fiasco con todas las letras. En menor medida, Rodrigue Beaubois, el otro elemento de calidad extra, tampoco ha rendido con la regularidad exigible.

Pero Andrea Bargnani ha sido el gran lunar de este Baskonia. Una suerte de Lamar Odom menos cascado pero insuficiente. El ritmo de viajes y partidos ha podido con él, con su físico, mientras que su ausencia de intensidad ha hecho el resto. 8,4 puntos de media en 15 partidos no bastan a un jugador que buscaba relanzar su carrera fuera de la NBA. Lo peor sobre Bargnani es que al final nadie lo ha echado de menos, porque con su presencia Voigtmann debía defender a ala-pívots más móviles que él, e Ilimane Diop pasarse más tiempo de lo habitual en el banquillo. No parece casual que no hayan pasado ni 24 horas de la eliminación del Baskonia de la Euroliga del corte de Bargnani. Al final, el pívot romano ha pasado de jugador de basket a reclamo publicitario.

Grandes errores responsabilidad de Sito Alonso. La séptima plaza de la Euroliga, el cruce con el CSKA de Moscú y, a la postre, la eliminación y la sensación de robo, se podían haber evitado. «Me interesan las cosas que puedo controlar», dice Sito Alonso. Más allá de una racha de seis derrotas en siete partidos, Saski Baskonia pagó con creces las derrotas en casa ante Panathinaikos, fruto de un arranque pésimo, y sobre todo ante un Zalgiris Kaunas ya eliminado. De haber ganado uno de aquellos duelos, los gasteiztarras hubieran evitado el cruce con los rusos, saltando como mínimo a la quinta plaza.

Y lo peor fue que pareció que a Sito Alonso le dio igual. El técnico de Monzón ha hecho jugar de maravilla a su equipo, pero no lo ha hecho consistente, algo que se ha visto en derrotas por la mínima, con ocasiones en las que ni se ha lanzado a canasta, o en las que la victoria se ha quedado en un doloroso «casi». Tuvo la gloria de la Final Four en la mano, y la dejó escapar.