Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

Cristiandad

Está en todas partes. No solo entre quienes hacen sitio a los fascistas muertos en sus catacumbas odiosas y conviven con las oligarquías para perpetuar su poder. Ojalá. Por desgracia, la cristiandad es tan poderosa entre sus adeptos como entre sus adversarios. El cristianismo psicológico y cultural es tan omnipresente como indetectado y es preocupante porque el coche que te atropella no es el que más rápido va, sino el que no ves venir.

Creemos que basta con no ir a misa para no ser cristianos, pero llevamos sus mandatos con nosotros. Nos han imprimido en el alma un carácter indeleble y no nos damos ni cuenta. Lo dijo mejor y más claro Joxe Azurmendi hace unas semanas: nunca ha sido Euskal Herria tan cristiana y tan religiosa en sus juicios como ahora.

Es trágico pero lo cierto es que nuestra sociedad ha sustituido la responsabilidad por la culpabilidad y nos da el derecho a portarnos con amoralidad siempre que nos sintamos mal por ello. En lugar de una ética del cuidado, hemos abonado una ética del martirio que promulga la bondad de sentirnos mal como camino al aprendizaje y nunca nos insta a liberarnos del sufrimiento. Con la excusa de la salud, nos hemos tragado que el cuerpo es sucio y cumplimos con la idea cristiana de la purga reconvertida en «desintoxicación». Y en política, ocupamos las horas condenando estilos de vida ajenos y defendiendo los propios.

Somos cristianos, nos guste o no. Porque aborrecer el vicio es cristianismo. Valorar la moderación es cristianismo. Evitar el sexo es cristianismo. Sentir que llevamos algo impuro dentro es cristianismo. Otorgar nuestra pena al altar de nuestros errores es cristianismo y desconfiar de la alegría es cristianismo. Somos cristianos porque es cristiano idolatrar a los mártires, tolerar el victimismo, sentir pena por quienes nos abusan y vivir el enfado –una reacción natural al abuso– con culpabilidad.

Somos cristianos porque nos quieren dominados pero, sobre todo, porque tenemos la arrogancia de creer que no lo somos.