Gloria LATASA
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Actividad física y calor

A pesar de que el día era caluroso –me cuentan– salí a caminar. Después de tres horas y media empecé a sentirme mal. Me tuve que parar porque estaba agotada. Un cansancio del que me costó recuperarme. ¡Y eso que durante toda la actividad había bebido medio litro de agua! (normalmente no suelo beber mucho, no tengo sed). ¿Qué me pudo pasar?

Al realizar una actividad física de cierta intensidad, y más aún con calor, llevamos a nuestro organismo a desplegar toda una serie de reacciones. A nivel consciente empezamos a quitarnos ropa, a disminuir la intensidad de la actividad, etc. A nivel fisiológico se inicia una mayor circulación sanguínea superficial que ayuda a aumentar la sudoración y nos «refrigera». Y a nivel hormonal, el cuerpo decide no perder líquidos por la orina.

Pero ninguno de esos «ahorros» del organismo es suficiente si no reponemos las pérdidas de agua y sales producidas por la sudoración. Difícilmente podremos evitar sufrir los efectos de una deshidratación o de una «pájara» con tan sólo medio litro de agua en tres horas y media de actividad con calor. ¿Qué nos podría ocurrir? De entrada, que comenzáramos a sentirnos cansados y que disminuyera nuestro rendimiento físico.

Tener sed, el rostro enrojecido, la piel seca, dolores de cabeza, alteraciones en la marcha o desorientación espacial y temporal son algunos de los síntomas que nos deberían poner en aviso. Si se agrava, podríamos sufrir un «subidón» de temperatura –el temido golpe de calor– debido a un fallo en el mecanismo de regulación. ¿Cómo evitarlo? Bebiendo con regularidad –sin esperar a tener sed y, a ser posible, incluyendo sales minerales–, ingiriendo alimentos ricos en agua, no tomando bebidas diuréticas (alcohol y cafeína, deshidratan más)...

Si estamos bajo sensaciones térmicas (relación temperatura-humedad) entre 27 y 32º C, aunque el viento –si lo hay– aún refrescaría, ya hay que tomar precauciones. Por encima de los 33º C de sensación térmica estamos expuestos –en actividades físicas prolongadas– a sufrir calambres, insolación o golpe de calor.