Pablo CABEZA
BILBO

Anje Duhalde vs. Errobi, Igelaren Banda vs. Izukaitz y Alpha 60 vs. Roberto Meyer

El 1 de junio aporta a la agenda musical tres reencuentros de diferente signo por música y época y todas muy sugerentes. Anje Duhalde, miembro fundador, recordará las canciones de Errobi; Igelaren Banda, con el ex-Izukaitz Bixente Martinez, reinterpretará a Izukaitz, y los navarros Alpha 60 tributarán al fallecido Roberto Meyer. Todo en Kafe Antzokia de Bilbo.

El ciclo Izar & Star dirigido por el periodista Javier Corral se despide por este año con doble cartel en Kafe Anztokia de Bilbo este jueves 1 de junio. Según la línea del tiempo, el primer encuentro (20:15, Kutxa Beltza) será con el grupo Alpha 60 recordando al músico navarro Roberto C. Meyer, fallecido en julio del año pasado y miembro de esa misma formación. A partir de las 21.30, en la sala principal, Anje Duhalde retomará el repertorio de Errobi e Igelaren Banda hará lo propio con Izukaitz. Dos formaciones que marcaron la década de los setenta principalmente.

Roberto C. Meyer fue un músico iruindarra alma de proyectos como The Glitter Souls, The Brillantina’s o The Beautiful Losers, tres propuestas minoritarias, avanzadas en su época y con una elegancia y calidad muy por encima de la media. En julio del año pasado fallecía en Barcelona inesperadamente. Hubo conmoción, aunque fuese en círculos. Contó poco después con la publicación de un doble vinilo homenaje tan impecable por dentro como por fuera. Un esfuerzo realizado por el local Nebula de Iruñea con la colaboración de Jaime Cristóbal, gran músico y mano derecha de Meyer en todos los proyectos mencionados. Alpha 60 será en esta ocasión Jaime Cristóbal, Patricia de la Fuente, Jon Ulecia y Germán Carrascosa, cada músico contenedor de buena parte de la historia navarra de los noventa hasta el presente. Además tendrán como invitados a Rober! (Atom Rhumba), Charlie Mysterio, Manu Gastado (Los Tupper) y Gari (Ornamento y Delito).

Anje Duhalde será el responsable de transmitir las canciones de Errobi. Le acompañan los mismos músicos con los que grabó “Ibilean” – tomado en directo precisamente en Kafe Antzokia, en su mayoría–, así que contará de nuevo con Txomin Duhalde, su hijo, a la batería, Remy Gachis a la guitarra e Igor Telletxea al bajo. El tiempo tendrá que comprimirse de manera especial para recoger el legado de discos como “Errobi”, “Gure lekukotasuna,“Bizi bizian” y “Ametsaren bidea”, de 1975 a 1979, un periodo creativo, denso y renovador.

«Recuerdo el primer concierto que vi de Errobi, y aluciné. Traían un aire totalmente nuevo, y tenían un nivel musical muy alto. Las canciones de Errobi están en nuestro ADN, y será muy bonito volverlas a oír en las nuevas propuestas que traerá Anje», avanza Bixente Martinez, que también será parte de la noche, ya que a él le corresponde unir el presente con Izukaitz, grupo de Eibar que debutaba en el 78 con “Izukaitz” para prolongarlo con “Otsoa dantza” en 1980 y despedirse prematuramente a pesar de haber creado dos discos de corte folk-rock que continúan siendo muy apreciados internacionalmente.

Mientras que del concierto de Anje Duhalde cabe esperar cierto mimetismo con los originales, en el caso de Igelaren Banda se trata de una reformulación del repertorio. Bixente Martinez, guitarra, pero multiinstrumentista, es el nexo con Izukaitz, a quien le acompañarán Hasier Olega, batería, y Amaiur Cajaraville, contrabajo; es decir, Igelaren Banda, quien afronta la intrigante situación de estructurar de nuevo las canciones de Izukaitz, un ejercicio curioso y seguro en acabado dada la calidad del trío.

Igelaren Banda/Izukaitz

«Lo tenía bastante claro desde los 15 o 16 años –recuerda Bixente Martinez–. Yo quería ser músico, a pesar de que en aquellos tiempos, en el Eibar industrial de los primeros 70, era una cosa inaudita. Mi abuelo me regaló mi primera guitarra junto a un curso por correspondencia, y así fui empezando. En aquel Eibar no había escena musical, al menos para mí, un crío adolescente casi sin salir del cascarón. Intentaba oír todo lo posible en la radio, en la televisión y a través de los pocos discos a los que podía tener acceso, pero eran tiempos de escasez cultural, llegaban un poco los grandes grupos, Beatles, Rolling, y poco más. Fue con la muerte de Franco cuando comenzaron a llegar más cosas».

Con todo, un joven Bixente entraba en el 73 en Oskorri. «Estaba empezando a tocar la guitarra de manera autodidacta. Pero tuve la ocasión de conocer a Natxo [De Felipe], que quería hacer un disco y para ello había contactado con Anton Latxa y otra gente e incomprensiblemente me fichó, aunque yo tocaba aún muy poco. Verles tocar a Natxo y Anton fue muy importante para mí».

Por el 79/80 las circunstancias de Oskorri e Izukaitz cambian para el joven guitarrista (además de txistu, txirula, mandolina, bombardo...). «Izukaitz surgió de un grupo de músicos de Eibar y Donostia, entre los que estaba mi hermano Aurelio y más gente que yo conocía [Aurelio en la actualidad es ingeniero de sonido con vocación hacia la música clásica]. Oskorri ya llevaba en marcha unos años, con una trayectoria propia. Eran dos propuestas con puntos en común, pero también con diferencias. Coincidió que tras el tercer disco de Oskorri, el disco doble con el acordeón en la portada, yo pasé por una pequeña crisis y entonces decidí dejar el grupo porque tenía ganas de conocer otras formas de hacer música, de tener otras experiencias musicales. Y también Izukaitz pasó en el mismo momento por otra crisis, unos lo dejaron mientras que otros querían seguir. Mis intenciones musicales conectaron bien con los miembros de Izukaitz que querían seguir con el proyecto. Era joven y feliz, y solo quería seguir haciendo música y no me planteé más historias. Quizás fue una decisión alocada o inapropiada o quizá todo lo contrario... No lo sé».

A pesar de todo, en 1980 se publica el disco de oskorri más popular, posiblemente, de su carrera, “Plazarik plaza”, donde toca guitarra Bixente, y, de otra parte, se publica mediante Xoxoa, como el anterior “Otsoa dantza”, ambos muy estimados en el circuito folk-rock, aunque tuvieran que pasar varios años para que surgiera la fiebre Izukaitz y la revalorización de sus discos hasta las tres cifras.

«Tras salir de Oskorri, y en el periodo de ‘Plazarik plaza’ y conciertos posteriores yo ya no estaba tocando en directo con el grupo. Participé en ese disco como artista invitado, solo eso. Y solo volví a Oskorri del todo tras la disolución y final de Izukaitz. O sea, que en ningún momento coincidió que estuviera tocando con los dos grupos a la vez. Y en ese contexto no viví ni sentí ningún tipo de competencia ni rivalidad ni nada similar. Eran tiempos distintos, más limpios. Yo aprendí mucho en Izukaitz. Seguramente hicimos cosas mal, pero es sabido que de los errores se aprende más que de los aciertos».

Izukaitz penetra en los ambientes folk, se suceden las actuaciones. Suenan frescos, para los más atrevidos en una onda Faiport Convention y Seeeleye Span. En realidad es más la fórmula que los parecidos de espejo: folk, tradición y cierto aire progresivo. «Hicimos muchos conciertos, y fueron bastante bien. Recuerdo que había una cosa que nos fastidiaba un poco ya que por estos años la sonorización de instrumentos acústicos estaba poco desarrollada, y lo pasamos a veces mal con la guitarra acústica, el violín y demás. Los equipos de sonido en general eran bastante precarios. Pero en general anduvimos a gusto. No obstante, en esas edades llega un momento en el que hay que decidir qué quieres hacer en la vida, y así como yo tenía claro que quería ser músico, todos no lo veían igual, y en una de estas la historia se rompió. Y sí que fue un poco duro para mí, pero en seguida vinieron Natxo y Anton a ficharnos a Fran Lasuen [componente de Izukaitz en los dos discos] y a mí, y pude seguir en lo que me gustaba. Fue junto con Oskorri de los primeros grupos que usaban violín, flauta, alboka… También voces femeninas. Trajo un color nuevo para el momento».

Martinez señala que al revisar de nuevo las canciones para este jueves ha sentido que la “sustancia” es muy buena. «Quitando la “paja” de arreglos a lo mejor poco apropiados o excesivos, lo que hemos hecho es partir de esa “sustancia” y traerla a nuestro terreno. Y estas melodías están resultando muy apropiadas».

Solo resta disfrutar de un jueves entrañable y actual. Arriba y abajo de Kafe Antzokia.