Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Entre humano y animal

Ahora mismo no resulta tan claro lo que parecía una obviedad: que somos el resultado lo vivido. Hay personas con tan extraordinaria capacidad de olvido si no de reconstrucción de su pasado que para sí la quisieran los profesionales y académicos de la historia oficial. El relato que llaman algunos.

Y no me refiero a los demócratas sobrevenidos a la muerte del Caudillo, ni tampoco a maoístas transformados en seguidores de Teresas de Ávila o Calcuta, ni siquiera a los euskadiko ezkerras a quienes ciertas lecturas mal digeridas, los arrojara en brazos de la socialdemocracia. Me refiero a gentes que sus vivencias les llevaron a la razonable determinación y voluntad de transformar las relaciones sociales como única forma de poder tener algo de felicidad en esta vida, porque no hay otra ni otra manera de hacerlo. Es decir combatir al Capital y al Estado. Y ahora, la mayor de sus preocupaciones es el aciago destino de las focas monje que habitan las Chafarinas. Un sesudo pensador marxista, marxiano y marxólogo tildó al consistorio de Iruñea de Ayuntamiento nazi y a los sanfermines de «vergonzosas fiestas» que «cada 7 de julio convierten a Pamplona en la capital de la estupidez y de la infamia» propiciatorias de abusos y violaciones. Por los encierros. Ahí es nada.

Entre el “Hombre soy; nada humano me es ajeno” de Terencio el Africano y el “Hermano Sol, Hermana Luna” del de Asís; servidor, por sus limitaciones, –ya perdonarán–, sigue decantándose por la primera. La segunda le abruma en demasía.

Cuentan que durante el asedio y bombardeo sobre Madrid por parte de los fascistas, a una serie de damas y caballeros ingleses atenazaba sus corazones la suerte corrida por las mascotas bajo las bombas. Pusiéronse en contacto con la junta defensora del Madrid republicano al objeto de fletar un barco desde Inglaterra para salvar a los animalicos.

La contestación por telegrama fue «Lo sentimos. Demasiado tarde. De haberlo sabido… Nos los hemos comido».