Ane URKIRI

VÍA CAMPESINA PROPONE CONSTRUIR ALIANZAS PARA CAMBIAR EL MUNDO

Ayer se inauguró oficialmente la VII Conferencia Internacional de la Vía Campesina, de la que Europa es anfitriona, con Derio como sede. El acto de apertura, con un clima festivo, fue el prolegómeno de una asamblea en la que se iba a debatir sobre las mejorías, en caso de existir, que se han registrado en los últimos años. 

Son falsas las soluciones que proponen los actuales gobernantes para nuestro sistema agrícola», enfatizó Elizabeth Mpofu, la coordinadora general de la Vía Campesina, en el discurso de bienvenida a las gentes procedentes de distintas partes del mundo. Ayer empezó de manera oficial la séptima edición de la Conferencia Internacional de la Vía Campesina y alrededor de 800 agricultores se han dado cita en Derio; algunos de ellos llegaron el domingo para tomar parte en las asambleas de jóvenes y de mujeres, pero otros aterrizaron ayer mismo en el vecino aeropuerto de Loiu. 

Mpofu incidió en que los actuales dirigentes mundiales solo piensan en sí mismos: «No son los líderes apropiados, están en constante negociación con las corporaciones transnacionales llenas de corrupción». El ambiente festivo con el que arrancó el acto de bienvenida podía dar lugar a creer que el mundo rural es idílico, todo de color de rosa y adonde no llegan los problemas. Pero es con su constante lucha, precisamente, con la que se han sobrepuesto a cada obstáculo y, por ello, mostraron con orgullo su tenacidad con gritos y saltos a ritmo de ska. 

Son los pequeños campesinos los que se han instalado en el antiguo Seminario de Derio y tienen un enemigo común, como describía Mpofu: «Son los grandes gigantes». Ante ello, la zimbabuense hizo un llamamiento a la unión y a la implicación plena: «Todos debemos arrimar el hombro para trabajar juntos, para construir acciones que hagan frente a nuestros enemigos». A su vez, subrayó que en estos cuatro días deben analizar la actual situación de los campesinos, debatir sobre las luchas comunes y expandir las mejoras que se han dado desde la anterior conferencia en Yakarta (Indonesia, 2013). «Debemos saber si vamos por el buen camino o no», comentó. Ella opina que es competencia de todos reflexionar y considerar si se ha hecho lo correcto: «Por ejemplo, ¿las subvenciones han llegado a las poblaciones apropiadas?».  

Partiendo de esa pregunta, Unai Aranguren, representante del movimiento de la región de Europa y miembro de Euskal Herriko Nekazarien Elkartea (EHNE), sacó a relucir un problema que hace peligrar el futuro de la agricultura: «Cada tres minutos desaparece una granja en Europa y cuatro o cinco grandes superficies controlan todo el mercado». Desde Vía Campesina reclaman el derecho «fundamental» de la soberanía alimentaria y aclaran que el objetivo de los campesinos es alimentar a la población, no ser portadores de los grandes negocios. Por ello, reivindican unas políticas justas que defiendan la tierra. Ayer, precisamente, lo hicieron ante algunos representantes de las instituciones públicas, como Irma Basterra (directora de Desarrollo Rural y Litoral y Políticas Europeas en el Gobierno de Lakua) o Lucia Isla (directora general de Agricultura en la Diputación de Bizkaia). También asistió Maddalen Iriarte (EH Bildu).

«Tenemos que cambiar el mundo, somos ya un referente político y tenemos que llenar de color verde esperanza los campos de Euskal Herria, de Europa y de todo el mundo», recalcó Aranguren.   

 

Atraer a los jóvenes

«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas puede cambiar el mundo», decía el escritor Eduardo Galeano, y esa misma filosofía quiere extender el movimiento campesino. Pero para ello necesitan alianzas y son conscientes de ello. Aranguren explicó que una de las propuestas a debatir es el acceso a los bienes y también a los mercados. El sindicalista alavés explicó que muchas veces tienen dificultades para hacer llegar a los mercados su producción, «sobre todo en las ciudades, donde muchas veces suele haber problemas para organizar ferias». Indicó que las políticas públicas pueden acelerar el proceso, por ejemplo, de la gestión de las tierras y reclamó que se impulse la formación agroecológica o que se concedan ayudas a la recuperación de los mataderos.

Aranguren considera necesario que la gente joven se implante en el medio rural, porque si uno de sus objetivos es impulsar el alimento local, ese compromiso de la sociedad acarreará la necesidad de producir más y para ello, subrayó, necesitan la implicación de mucha gente. Además, en un sistema diseñado para la industria y para la producción masiva, se ha perdido calidad. EHNE propone la compra pública, «que los comedores, residencias u hospitales sirvan alimentos locales», así la renta de los campesinos sería más digna y, por lo tanto, más atractiva para los jóvenes. 

«La edad media de los campesinos europeos es de 60 años», detalló Paula Gioia, integrante de la Comisión Coordinadora e integrante de Arbeitsgemeinschaft Baüerliche Landwirtschaft. Comentó que Alemania, en concreto, es el claro ejemplo de lo que no se debe hacer. «La política económica está dentro del marco europeo y las leyes están pensadas para beneficiar a las grandes agroindustrias, tanto las multinacionales como las grandes explotaciones, porque las subvenciones se dan por hectárea y existen acaparadores del mismo país que quitan tierras a los campesinos», expuso. Y enfatizó en la necesidad de construir infraestructuras en el ámbito rural «porque los jóvenes que se han marchado a la ciudad no van a volver si no existe una vida cultural, si no tienen perspectiva de un salario justo, escuelas o un buen sistema sanitario». 

 

De Brasil a Alemania

Estos días en Derio se pueden encontrar una historia por cada participante, con lo cual enriquece el paisaje de un antiguo Seminario, prácticamente, abandonado. Paula Gioia nos explicó su realidad y cómo terminó instalándose en una granja en los alrededores de Berlín. «Yo crecí en Brasil, en una familia burguesa, muy conservadora, y no me encontraba a gusto en ese ámbito por mi identidad de género, no me sentía libre para expresar mi sexualidad», comentó. Fue entonces cuando encontró un contacto en Alemania y decidió poner rumbo al país teutón, «a probar», sin saber bien qué hacer. Entró así en el escenario activista de Berlín, donde contactó con el mundo rural en su «periodo de búsqueda». «Estuve durante un año ayudando a un amigo una vez a la semana y me enganché», recuerda entre risas. Tras formarse durante cuatro años en la agricultura biodinámica –agricultura no convencional–, se instaló en una finca colectiva donde trabajan con animales y hortalizas, todo autogestionado. «Nuestro mercado de consumidores son la venta directa con clientes particulares y con pequeños comercios, sin intermediarios». 

Nos puso en el contexto de una Alemania que se encuentra en lo alto del mercado de crecimiento de productos orgánicos, «todo de importación, tanto del sur europeo como de África, y todo ello llega de la explotación de los campesinos». Su discurso se basa en que no existe calidad, no solo del producto –«porque eso puede ser subjetivo»–, sino por la forma social y ecológica en que se produce. «Falta humanidad. Vivimos en una sociedad en la que el consumo es sobredimensionado y este consumismo no es sostenible», remarcó. Opina que difícilmente va a cambiar la realidad, el paisaje, si no se cambian las costumbres: «El hambre va en aumento y lo más duro es que el hambre afecta al medio rural, al medio donde se producen los alimentos». 

Gioia tiene un discurso muy consolidado y apenas duda al enumerar las propuestas de mejoras que debería tomar en cuenta la Unión Europea o cualquier país. «Hay que cambiar de sistema urgentemente, por el bien del clima, para el futuro de la humanidad», insistió. Para ello plantea que debería haber políticas que apoyen al campesino, porque el precio de la tierra sube cada minuto. «Los que no heredan las tierras, no pueden acceder a ellas sin capital y creo que deberían dar prioridad a la incorporación de la gente al ámbito rural». La segunda propuesta se basa en invertir en la formación. Ella estudió durante cuatro años y es apicultora: «Muchas veces, dentro de la formación están empresas agroindustriales que basan los estudios según sus intereses. Es por ello que pedimos que se desarrollen redes de relaciones autónomas». Comentó que en Latinoamérica está funcionando bien ese plan pero en Europa no está tan avanzado. 

«La soberanía alimentaria es un concepto y/o sistema creado por el movimiento Vía Campesina, pero no es suficiente con ello, ahora hay que enganchar a la gente, a los productores, a los consumidores, a otros sectores; hay que crear un movimiento de masas», agregó Gioia, antes de incorporarse a otra reunión. Tantas horas entre asambleas y asambleas le afecta en la noción del tiempo, pero aún está con ganas de seguir aportando en la lucha por los derechos de los campesinos y las campesinas.

Salud, dignidad y libertad fueron las palabras, o derechos para ser más exactos, más reivindicados durante la introducción de la VII Conferencia Internacional. A partir de ahí, continuaron debatiendo durante toda la jornada, un debate que se alargará hasta las 18.00 de este sábado. 

Euskal kulturaz zipriztinduta eman zieten ongietorria laborariei

Euskal dantzek, euskal kantuek (“Txoria txori” eta “Baratze bat”), adar eta txistu soinuek, kaxarrankak eta joaldunek girotu zuten Via Campesinaren VII. Nazioarteko Biltzarra. Irrintziak ere ez ziren falta izan. Euskal jaien itxura hartu zuen, euskaldunen hunkipena eta atzerritarren harridura piztuz. Teknologiaren munduan murgilduta gaudenez, sakelako telefonoen argiak piztu ziren ekitaldian zehar, bideoak edo argazkiak egiteko. Kulturen arteko trukea izan zen; izan ere, egunotan eskualde ezberdinetakoen “mistika” izeneko zeremonia sinbolikoak egongo dira.

Eskualdeka aurkeztu zituzten konferentzia honetako parte-hartzaileak: Ipar Amerika, Erdialdeko Amerika, Hego Amerika, Karibe, Ekialde Hurbila eta Afrika iparraldea, Afrika ekialdea eta hegoaldea, Afrika erdialdea eta mendebaldea, Asia hegoaldea, Asia hego-ekialdea eta ekialdea, eta Europa, «anfitrioia». 

«Hizkuntza eta kultura asko batu gara gaur», adierazi zuen Alazne Intxauspe EHNE sindikatuko kideak. Aurretik, areto guztia zutitu zen ska doinuek girotuta. Jauzi egin eta abesteaz gain (euskaraz zen letra), elkarte bakoitzeko kide ziren laborariek beraien ikurrak altxatu zituzten, harrotasunez eta, nola ez, elkartasunez. Euskal nekazariek, irekiera ofizialaren barnean, baratzeko produktuak banatu zituzten, elkartasuna hauspotuz. Hori bera da, hain zuzen, Via Campesina mugimenduaren giltzarria, Unai Aranguren (Europako ordezkaria) eta Elizabeth Mpofuk (koordinatzaile nagusia) azpimarratu zutenez.A.U.A.