Curro VELÁZQUEZ-GAZTELU
Elkarrizketa
JAVIER COLINA
CONTRABAJISTA

«El flamenco tiene un discurso que ninguna otra música tiene»

Javier Colina (Iruñea, 1960) es sin duda el decano del contrabajo en el jazz flamenco, con un premio Grammy a sus espaldas, estará con nosotros el primer día de la programación de Flamenco On Fire con el espectáculo que nos traerá Martirio y que también vendrá acompañada de la guitarra de Raúl Rodríguez.

Anya BARTELS-SUERMONDT
Anya BARTELS-SUERMONDT

Cuéntenos de qué manera fue el encuentro de Javier Colina y el flamenco.

Fue allá por los ochenta, gracias a un guitarrista de flamenco de Iruñea, llamado Carlos Itoiz, que en Madrid me abrió a este mundo tan apasionante. Precisamente, Itoiz es el que colaboraba con Mikel Laboa cuando este necesitaba meter sonidos del sur en sus producciones. Por esa época empezaban muchos músicos de jazz a introducirse en el flamenco.

¿Qué ingredientes le aporta el flamenco para un músico de jazz como usted?

El flamenco, con respecto al jazz, es un mundo armónico distinto, totalmente aparte. Para muchos músicos de jazz el haberse encontrado con el flamenco les ha supuesto un golpe tremendo en sus vidas y en sus carreras profesionales y musicales, positivamente hablando, claro. Ambas músicas se yuxtaponen y se aportan mutuamente. El flamenco te aporta frescura, compás, soniquete, o lo que llamamos en el jazz, swing. El flamenco tiene un discurso que ninguna otra música tiene y eso aporta mucho a cualquier músico sea de la índole que sea.

¿Qué une a nivel musical al jazz y al flamenco?

Si hablamos del jazz que proviene más del folclore, de esa parte más afroamericana, pues no existen elementos que una mucho una de otra. Ni en cadencias armónicas, melódicas o rítmicas. Quizás ya tienen algo más en común con los nuevos discursos jazzísticos, como por ejemplo en las formas de afrontar el momento. Por eso, las diferencias enriquecen ambas músicas. Y una aporta a la otra lo que la otra no tiene. La armonía del flamenco es un mundo aparte de la que se utiliza en el jazz, a pesar de que tiene muchos parecidos aún naciendo en sitios distintos. Es una unión más que nada del espíritu con el que se toca. Yo he conocido a músicos de flamenco mayores, de los antiguos, y a músicos viejos de jazz que parecían haber nacido en el mismo barrio (risas).

¿Cree que últimamente en el estado los flamencos se están jazzeando, y los músicos de jazz se están aflamencando?

A los flamencos sobre todo le gustan el jazz primigenio, el más folclorista: sobre todo buscan del jazz el saber improvisar. Porque a todos nos gusta en un momento determinado improvisar, hacer lo que nos dé la gana.

¿Se considera el mismo músico una vez que ha conocido las pautas del flamenco?

El flamenco siempre te aporta algo, sea el músico de la disciplina que sea. De todas formas, yo no puedo separar la música flamenca de la cultura flamenca. Para mí fue un mundo nuevo cuando lo descubrí. Cuando uno aprende a improvisar en el flamenco, a estar suelto, da un punto de vista muy distinto y te das cuenta que empiezas a hacer cosas desde un distinto prisma, con lo cual te llena de orgullo. Y en la música cuanto más puntos de vistas tengas, mejor. Y si es una música como el flamenco que es tan versátil, pues aún mejor si cabe. Pasa lo mismo con los idiomas.

¿Cree que el jazz-flamenco se está convirtiendo, o con el tiempo lo será, en un estilo propio en sí, como lo puede ser el latin-jazz?

Ya lo es. El jazz flamenco ha cogido en los últimos tiempos una importancia vital. Desde Pedro Iturralde, Jorge Pardo, Carles Benavent, Chano Domínguez, muchos de ellos han pertenecido al grupo de Paco de Lucía al cual le debemos mucho, aunque él lo hizo de forma inconsciente. Ahí están los genios. Y ya los últimos tiempos, tenemos a una generación de artistas jóvenes de jazz-flamenco que lo están haciendo muy bien.

Está en proyectos con Martirio, con Josemi Carmona. Músicos de envergadura.

(Risas) Sí, es un privilegio poder estar cerca de estos músicos que te aportan cada uno ingredientes personales, lo cual me hace crecer como músico y como persona.

¿Le pide el cuerpo meterte de lleno con la ortodoxia dentro del flamenco?

Bueno, mi instrumento, el contrabajo, no da para hacer algo muy ortodoxo. Lo cual no quiere decir que no me interese ese flamenco más de raíz, claro.