El nuevo film de Anahí Berneri es, como cabía esperar, pura sinceridad. Su naturaleza de descarnado drama social se estampa contra nuestra retina desde la primera toma de contacto. El póster promocional, el que sea, no deja lugar a dudas. Fuera fórmulas de cortesía. No vienen a cuento.

Una joven prostituta argentina, madre de un hijo que no llega a los dos años de edad, se ve de un momento a otro, de patas a la calle. Esa jungla en la que lucha por ganarse la vida (es un decir) se convierte de repente en el único hogar posible. Aquella imagen, está claro, no engañaba. Los enfermos que ocupamos buena parte de nuestro calendario con festivales de cine, estamos familiarizados con la filia malsana de dichas citas por esas películas que nos obligan a convivir con esas otras realidades, marginadas por cruel consenso colectivo. El problema es cuando la propuesta viene acompañada de la obsesión por purgar algún tipo de mala conciencia o, peor aún, del regodeo en la miseria humana.

Pero Berneri huye de estos vicios. “Alanis” es un potente retrato femenino apoyado en la sólida labor de su actriz protagonista, Sofía Gala, pero también es la radiografía certera (al estar libre de juicios y condescendencia) de una sociedad que ha renunciado al amor... a fuerza de pagar por él.