Víctor ESQUIROL
«El autor»

La cura del síndrome de la página en blanco

En un piso sin decoración y con algún que otro mueble de color blanco, un aspirante a escritor, sentado en una silla blanca, aumenta su tasa de dioptrías ante una pantalla de marco blanco. Ha abierto su boca hasta casi desencajar la mandíbula y ha puesto los ojos, cómo no, en blanco. Delante de él, a pocos centímetros, está aquello que más teme... que también es, si se me permite, aquello que más temo yo: la página en blanco.

Al pobre hombre, descompuesto y derrotado, se le ha quedado cara de Javier Gutiérrez. Se palpa el drama... y se oye. Suena de fondo “El invierno”, cantado por José Luis Perales. Este panorama es una de las muchas cartas de presentación de “El autor”, nuevo trabajo de Manuel Martín Cuenca, y primera película realmente digna de lo –poco– que va de competición por la 65ª Concha de Oro.

El director almeriense adapta, de manera bastante libre, el primer libro de Javier Cercas, “El móvil”, y lo hace poniendo el séptimo arte al servicio de aquel texto. Durante prácticamente dos horas seguimos a un hombre frustrado por la falta de control sobre su propio destino. El personaje quiere convertirse en autor. Cansado de estar relegado a la sombra, decide moverse en la oscuridad para manipular de forma perversa su entorno y crear así el clima ideal para la enésima gran novela española.

Entre “La colmena” de Cela y “13 Rue del Percebe” de Ibáñez, Martín Cuenca nos hace apreciar y temer a partes iguales las paredes finas. Desnuda a sus personajes para desnudar a la audiencia y convertirse, al final, en legítimo autor del relato. En otras palabras, divierte y perturba con una estimulante reflexión en torno al acto más innoble: el de la creación artística.