Dabid LAZKANOITURBURU
ELECCIONES GENERALES EN ALEMANIA

Merkel amarra otro triunfo, pero irrumpe la derecha xenófoba

La canciller alemana, Angela Merkel, revalidó su victoria –la cuarta–, pero perdiendo ocho puntos para la CDU-CSU. Muchos fueron a parar a la derecha xenófoba de la AfD, que irrumpe como tercera fuerza. Hundido, el SPD asegura que no repetirá la Gran Coalición, lo que abre la puerta a una alambicada alianza con liberales y verdes.

La coalición de la canciller alemana Angela Merkel (CDU-CSU) logró su cuarta victoria consecutiva, pero cosechó el peor resultado de su reciente historia dejándose ocho puntos respecto a los comicios de 2013 –33% según los sondeos a pie de urna–.

Por contra, la derecha xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) superó sus expectativas en los sondeos y se confirmó como la tercera fuerza política alemana, con un 13,3%.

Un resultado que confirma la emergencia del fenómeno de lo que se ha venido a llamar la «nueva derecha» también en Alemania, y ante el cual Merkel hallará escaso consuelo en el hecho de que su histórico rival, el SPD, cosechó, con un 21%, el peor resultado desde la II Guerra Mundial de la histórica formación socialdemócrata, esta vez liderada por el expresidente del Parlamento de Estrasburgo, Martin Schulz.

Siempre según los sondeos, el Partido Liberal (FDP) lograría un 10,5% de votos, mientras que Los Verdes obtendrían un muy meritorio 9,3% (había encuestas que les auguraban un 5%).

El izquierdista Die Linke se conformaría con un 8%, evidenciando sus límites, acentuados por el empuje de la derecha xenófoba entre el electorado de su bastión del este alemán.

Presiones internas

Merkel se felicitó por la victoria, pero reconoció que «esperábamos un mejor resultado». Y es que la AfD le birló la friolera de un millón de votos, a los que hay que sumar los que fueron a reforzar a los liberales (FDP).

Poco tardaron sus aliados bávaros de la CSU en hablar de un «resultado decepcionante». Su líder, Horst Seehofer, señaló que «hemos descuidado nuestro flanco derecho» y urgió a un cambio en la política de acogida de refugiados. Y es que Baviera afronta en otoño de 2018 elecciones con un «exiguo» 39% de votos en los comicios de ayer.

Merkel reconoció que la irrupción de la AfD «nos sitúa ante un nuevo gran desafío» y prometió «reconquistar al electorado» de la derecha xenófoba.

Una derecha exultante que celebra su irrupción en el Parlamento por primera vez desde hace 1961, más de medio siglo.

«Que se vayan preparando»

El colíder de la AfD, Alice Weidel, advirtió con un «que se vayan preparando para la que les espera (...) El Gobierno, que se abrigue porque vamos a por él. Vamos a recuperar nuestro país y nuestro pueblo. Vamos a cambiar este país»

Weidel anunció que sus alrededor de 90 diputados impulsarán una comisión de investigación parlamentaria para llevar a Angela Merkel a los tribunales por su decisión de abrir las puertas del país a un millón de refugiados en 2015.

Los Verdes mostraron su satisfacción por los resultados, pero mostraron su preocupación por el éxito electoral de la AfD. «Vivimos en una república que ha cambiado: los nazis vuelven a entrar en el Bundestag», señaló su colíder Cem Özdemir, quien anunció, asimismo, que venderán cara –protección del clima– su participación en una coalición con la CDU-CSU.

Y es que, a tenor de los resultados, Merkel cuenta con dos opciones y la primera pasa por una coalición «Jamaica» (por los respectivos colores de sus partidos: negro, amarillo y verde) entre la CDU-CSU, los liberales y los ecologistas.

En un claro guiño a Merkel, el líder del Partido Democrático Liberal (FDP), Christian Lindner, mostró su disposición a afrontar su «responsabilidad».

Pero las divergencias entre liberales y verdes (sin olvidar a la CSU) en cuestiones como la ecología y la inmigración auguran una complicada negociación.

La otra opción sería la reedición de la Gran Coalición con el SPD. Sus portavoces, escaldados por los últimos reveses electorales, han anunciado que pasarán a la oposición. El propio Schulz, que calificó el día de ayer como «difícil y amargo», insistió en ello, pero aseguró también que no tiene intención alguna de dimitir. ¿Hasta cuándo?