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Más de una cuarentena de muertos en los incendios que asolan Portugal y Galiza

Los incendios que ayer seguían asolando Portugal, Galiza, Asturias y Castilla y León dejaron al menos 42 personas muertas y un rastro de devastación con viviendas destruidas, hectáreas forestales arrasadas y muchas cuestiones sobre las responsabilidades.

Al menos 42 personas han muerto en los incendios forestales que devastaban todavía ayer varias áreas de Portugal y de Galiza, atizados por fuertes vientos con ráfagas de hasta 90 kilómetros por hora originadas en el huracán Ofelia, sobre una tierra que lleva padeciendo meses de sequía.

Según el último balance de las autoridades portuguesas, estos incendios dejaron 38 muertos en las regiones de Coimbra, Castelo Branco, Viseu y Guarda, en el centro y el norte del país, además de 51 heridos, entre ellos 15 graves. Cerca de 5.000 bomberos trabajaban en todo el país para intentar apagarlos, pero más de una treintena de focos importantes seguían activos amenazando aún a numerosos pueblos.

En Galiza, las autoridades mantenían todavía en situación de alerta por peligro para la población en quince de las decenas de incendios declarados en las últimas horas. Todavía seguían activos cuarenta incendios , de ellos, 14 controlados y 6 estabilizados.

En Pontevedra, con cientos de personas desalojadas; animales muertos; y viviendas, edificaciones y vehículos quemados, la llegada de la lluvia hacía aumentar la esperanza de detener las llamas, pero en Ourense y Lugo, aún no había llovido, el cielo seguía oculto por el humo y algunos brigadistas acumulaban ya jornadas de más de 15 horas tratando de controlar las llamas de numerosos incendios forestales declarados

El balance en Galiza era de al menos cuatro personas muertas. Dos de ellas al ser alcanzadas por las llamas y quedar atrapadas en su vehículo cerca de Nigrán cuando intentaban huir.

Un anciano falleció en un cobertizo situado detrás de su casa en Carballeda de Avia, cuando, según las hipótesis que se investigan, quiso ir a apagar las llamas que cercaban su vivienda, pero se cayó y no fue capaz de levantarse. Otro murió al caer cuando intentaba apagar un incendio subido a un muro en la parroquia viguesa de San Andrés de Comesaña.

«Fue un tsunami, algo fuera de lo común. Rápido, rápido, que no daba tiempo a nada. Hacía un ruido... cómo tiraba el viento. Los árboles estallaban, parecía que había una mina y lo estaban tirando todo abajo», explica María, una vecina de Parada, en el concejo de Ponte Caldelas (Pontevedra), en un testimonio recogido por el diario digital “Sermos Galiza”, en el que relata que «no era ceniza lo que caía, ni chispas; eran directamente trozos de troncos gordos llenos de fuego». Señala cómo las llamas superaban las alturas de las viviendas y prendían en cultivos, vehículos y casas. «Solo sé que saqué fuerzas de donde no había, me mojé, mojé todo porque la ropa ardía. Todo quemaba. Ya no sabía qué hacer».

«La noche fue terrible. Esto fue una auténtica guerra», afirmaba Francisco Floeral, miembro del ayuntamiento de Ponteareas, donde el fuego, con múltiples focos en diferentes focos del municipio, dejó casas quemadas, hectáreas calcinadas y familias desalojadas. «Esto no es un pirómano aislado. Hay intereses», aseguró, según ‘‘Sermos Galiza’’.

La Policía española señaló que «un altísimo porcentaje de los incendios» fueron provocados y apuntó que detrás su autoría se encuentran varias personas que actuaron de forma organizada, al menos en el ámbito urbano de Vigo. «No es un ciudadano esporádico que ha salido y ha decidido» prender fuegos, aseguró el comisario de Vigo-Redondela, Manuel Teijeiro. En cuanto a los posibles autores, declaró que «no hay ninguna explicación», y señaló que detrás hay «alguien que se movía con mucha rapidez».

Causas

«Galicia no arde sola. A Galicia la queman», aseguró el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoo, quien sostuvo que lo ocurrido en la pasada jornada no es fruto «de la casualidad» ni del azar, sino de «una intensa intención de hacer daño en los lugares de mayor impacto».

También el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, coincidió en que «es algo que no se produce por casualidad; esto ha sido provocado».

Feijoo apuntó «a una mezcla de negligencia» con casos de incendiarios con trastorno síquico o de conducta, pero desvinculó los fuegos de intereses económicos. «¿Intereses económicos? Imposible», insistió.

No obstante, desde grupos ecologistas se subrayan otras responsabilidades. «La piromanía tiene una dimensión muy pequeña», explicaba el miembro de Adega Fins Eirexas, quien apuntaba a la política forestal, la discutible ordenación del territorio, los intereses de las papeleras y la privatización de los servicios de prevención y extinción de incendios , además de lamentar el bajo número de condenas por incendios.

Los sindicatos CCOO, UGT y CSIF criticaron además los recortes del personal de las brigadas forestales días antes de la oleada de incendios y que el propio Feijoo había justificado.

En cuanto a Portugal, registró el domingo 524 incendios o focos, un hecho inédito desde 2006, según el primer ministro Antonio Costa, que decretó el estado de catástrofe pública.

El país ya había sufrido a mediados de junio el incendio más mortífero de su historia, con 64 muertos y más de 250 heridos, cerca de Pedrogao Grande. Al balance de fallecidos y heridos se unen las escenas de caos vividas en las zonas afectadas, con aldeas desalojadas, viviendas reducidas a cenizas, fallos en las comunicaciones y carreteras y líneas de ferrocarril cortadas.

Las llamas arrasaban árboles y casas ante la mirada de sus habitantes aterrados, que intentaban en vano frenar el avance del fuego, hasta con regaderas, o abandonaban sus calles.

El alcalde de Oliveira do Hospital, José Carlos Alexandrino, explicaba que encontraron víctimas en el interior de sus casas o de vehículos y que más de un centenar de familias perdieron su vivienda en este municipio de 20.000 habitantes. «Toda la ciudad parecía una bola de fuego», describió.

La tormenta Ofelia paraliza Irlanda y provoca tres muertos

La llegada de la tormenta Ofelia a Irlanda ha paralizado los servicios públicos en el país y ha provocado tres muertos en accidentes relacionados con los fuertes vientos. La Policía irlandesa confirmó la muerte de un hombre en Dundalk (noreste) a causa de un árbol que golpeó su vehículo y de otro en County Tipperary (sur) en un accidente con una motosierra cuando trataba de retirar un árbol caído. Asimismo, una mujer falleció en Waterford (sureste), en un siniestro de circulación relacionado con las rachas de viento de hasta 156 kilómetros por hora que se registraron en el país. La tormenta dejó sin luz a cerca de 360.000 hogares y negocios, y arrancó árboles y postes eléctricos. Las escuelas y universidades, así como oficinas de la administración cerraron. Las condiciones atmosféricas obligaron a cancelar más de 130 vuelos en los aeropuerto de Dublín y Belfast. El Servicio Nacional de Meteorología irlandés alertó de que los efectos de Ofelia podrían ser tan devastadores como los que provocó en 1961 el huracán Debbie, que causó 18 muertos.GARA