Iñaki VIGOR

DOCUMENTOS PARA NO OLVIDAR LOS TIEMPOS DE LA CLANDESTINIDAD

Un viejo televisor nos sorprende con la imagen estática de Arias Navarro y su inolvidable frase: «Españoles, Franco ha muerto». Debajo, una pregunta que surge 42 años después: «¿De verdad?». Este llamativo montaje es parte de la exposición organizada por Orreaga Fundazioa en el Palacio del Condestable de Iruñea bajo el título “Navarra a través de documentos clandestinos”.

La exposición comienza con la reproducción de la portada del “Diario de Navarra” del 19 de julio de 1936, en la que aparece el bando del general Mola proclamando el estado de guerra. Su redacción corrió a cargo del propio director del periódico, Raimundo García ‘Garcilaso’, amigo personal de Franco. Aquel golpe de Estado cambió violentamente el rumbo de la historia, condicionó la vida política con consecuencias que llegan hasta la actualidad.

La arriesgada labor de las personas y grupos clandestinos en tiempos de la dictadura queda reflejada en la exposición de Orreaga Fundazioa. El franquismo acabó con la legalidad vigente hasta entonces y abolió todas las libertades básicas, como las de asociación, religión y prensa. El “Diario de Navarra” apoyó sin tapujos la dictadura, y en la actualidad es el único periódico de aquella época que se sigue editando en Nafarroa. Los periódicos tachados de izquierdistas o nacionalistas fueron cerrados, y las octavillas y documentos clandestinos se convirtieron en los medios habituales de comunicación de las organizaciones clandestinas. Muchos de esos documentos propagandísticos se muestran en la exposición, que se completa con paneles y fotografías de cuatro décadas de clandestinidad.

De los años 50 se rememoran las huelgas generales de abril de 1951 y mayo de 1956, apoyadas masivamente en Iruñea. De los 60 se destaca el creciente movimiento sindical así como el renacer del sentimiento euskaldun, que se reflejó no solo en el folklore y la cultura, sino también en el surgimiento de organizaciones como Eusko Basterra y ETA.

La eclosión social de los años 1970-75 queda recogida en fotografías y documentos de huelgas laborales que también tenían un alto contenido político, porque servían para exigir las libertades democráticas negadas por la dictadura. Las huelgas se sucedieron en una década que fue un hervidero social y político, y la exposición lo refleja con referencias destacadas al Proceso de Burgos o el atentado de ETA contra Carrero Blanco. También aparece, estrechando la mano de Franco, un sonriente Manuel Fraga, ministro con la dictadura y uno de los “padres” de la Constitución española, que ha servido ahora al Gobierno del PP para aplicar el artículo 155 en Catalunya. La muerte biológica de Franco llegó el 20 de noviembre de 1975. Curiosamente, esta fecha es la suma de las fechas en que comenzó y acabó la guerra desatada por la sublevación militar (18-7-36 y 1-4-39), lo que en su día motivó todo tipo de comentarios y elucubraciones.

Tal como el propio Franco había dejado “atado”, en la jefatura del Estado le sucedió Juan Carlos I, sin ningún tipo de refrendo democrático. En los primeros años de la monarquía surgieron nuevas organizaciones sindicales (LAB, Sindicato Unitario, CSUT…), hubo una amplia amnistía, se legalizaron partidos políticos y se recuperaron libertades negadas durante la dictadura. La primera manifestación autorizada en Iruñea fue en febrero de 1976 y la Marcha de la Libertad llegó a Arazuri en agosto de 1977.

Pero también se produjeron hechos trágicos que ni siquiera se habían padecido en la dictadura, tal como lo recuerdan imágenes de los sucesos de Montejurra en 1976, los muertos en la Semana pro-Amnistía de mayo del 77, los sanfermines del 78, la muerte a tiros de Gladys del Estal en junio del 79, hasta llegar al golpe militar del 23 de febrero de 1981. La exposición se cierra precisamente con un documento excepcional, en el que se demuestra la implicación de jefes militares que ni siquiera fueron juzgados, como el capitán general de Burgos y el gobernador militar de Gipuzkoa. Solo un año después de aquel golpe llegaría al poder el PSOE, partido que apuntaló la monarquía heredada del franquismo.