M.I.
UN INTERCAMBIO POR NAVIDAD

La vieja idea del padre que reemplaza a Santa Claus

E s como si al cine nórdico se le hubiesen agotado los cuentos de Navidad y demás mitos locales asociados a dichas festividades tradicionales, porque esta película noruega tiene un argumento que toma prestados casi todos sus elementos de referentes estadounidenses. Empezando por el concepto del intercambio de personalidades presente en el propio título, que proviene del clásico literario de Mark Twain “El príncipe y el mendigo”. Al tratarse, más en concreto de un padre que se disfraza de Santa Claus y acaba intercambiando su identidad con el mísmisimo encargado de llevar los regalos a los niños, los parecidos con “¡Vaya Santa Claus!” (1995) son más que razonables, a excepción de que el protagonista no se parece en nada a Tim Allen.

En líneas generales “Un intercambio por Navidad” es una historia más apegada a la naturaleza y no a la sociedad de consumo urbana. No en vano el padre que hará las veces de Santa es un humilde carpintero, y su viaje al mundo de los elfos seguirá ligado a la grandeza del bosque, porque estos habitan una casa construida en el interior de un árbol gigante. La imagen de Santa también se aleja del icono comercial, siendo mucho más ingenua y, sobre todo, asilvestrada.