La organización israelí de defensa de los derechos humanos Betselem recordó ayer que bombardear las viviendas familiares, aunque sean de milicianos palestinos, «viola el derecho internacional humanitario». El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, insistió ayer en que la Franja de Gaza «va según lo previsto» y atribuyó la muerte de civiles palestinos en los bombardeos de la aviación a que «Hamas se esconde detrás» de ellos.

En un comunicado, Betselem insistió en que aunque el Ejército israelí alerte a los habitantes con un disparo de aviso y no se produzcan víctimas, «esas viviendas no son objetivos militares legítimos».

Betselem rebatió así los argumentos del Ejército hebreo, que asegura que sus objetivos son lanzaderas de misiles, centros militares de instrucción, supuestos silos y fábricas de armas, aunque la realidad ha evidenciado que muchas son viviendas en las que habitan civiles. El Ejército israelí se justifica diciendo que son utilizadas por miembros de los movimientos islamistas como «centros de comando» y considerándolas, por tanto, «objetivos legítimos».

Sin embargo, sostuvo que bajo ninguna justificación atacar viviendas, ni siquiera en el caso de que sean de milicianos, es un objetivo legítimo.

«Tratar esas casas como objetivos legítimos es ilegal, una interpretación distorsionada del concepto cuyo resultado es el daño para los civiles, a quienes la ley intenta proteger», subrayó.

Además, denunció que el Ejército israelí es consciente de que esos objetivos son «ilegítimos», pero trata de ocultar la realidad al afirmar que se trata de «centros de operaciones y de comando» de altos mandos de Hamas.

«En otras palabras, los militares mismos saben que esos ataques son ilegales por las casas no son objetivos legítimos. Solo después del primer comunicado (en el que se admitía el ataque a cuatro casas) intentaron readaptarlo para que se ajustara a la ley internacional».

La polémica saltó después de que se conociera que Israel mató a ocho personas, seis de ellas niños, en un ataque en Jan Yunis contra la vivienda de la familia Al-Kaware.

«El 8 de julio de 2014, los militares llamaron a casa de Al-Kaware para informar a la familia de que la casa iba a ser bombardeada. El edificio, de tres plantas, tiene siete apartamentos y pertenecía a Ahmad al-Kaware y sus hijos, uno de ellos es militante del brazo armada de Hamas», explicó.

La familia obedeció la orden de abandono, y se juntó con otras personas en el exterior de edificio. Pero una hora después, al no ocurrir nada, regresó al interior hasta que sonó el disparo de aviso que destruyó una cisterna de agua, y diez minutos después un F-16 disparó un misil que derrumbó el edificio.

«No parece razonable»

La investigación posterior parece demostrar que, pese al aviso previo a la familia de que se bombardearía el inmueble, el Ejército no se ajustó al protocolo y sabía que había civiles en el interior cuando disparó.

«Dado el sofisticado equipo de vigilancia que tiene el Ejército, los responsables del bombardeo debían saber que la gente había regresado a la casa y había civiles. Un responsable militar dijo que no les dio tiempo a desviar el misil cuando vieron a los civiles, un argumento que no parece razonable», concluyó Betselem.

Aturdida aún por el impacto de un misil sobre su vivienda en plena madrugada, Samira al-Kaware buscaba a uno de sus hijos en el hospital Gaza-Europa de Jan Yunis, en el sur de la Franja. Se negaba a creer que siete personas que vivían en el edificio familiar habían muerto en un bombardeo israelí y que uno de ellos era su hijo. Ella no estaba en casa porque debía someterse a una prueba en el hospital.

Los ataques contra edificios durante los tres días han hecho que muchos de los gazatíes abandonen sus hogares y traten de buscar refugio en el populoso centro de la ciudad, considerada una zona aparentemente más segura.

Mientras tanto, se espera el inicio en cualquier momento de la ofensiva terrestre contra la Franja de Gaza, después de que Benjamin Netanyahu descartara ayer un alto el fuego e insistiera en que su país se prepara para ampliar la operación militar, que en sus primeros tres días ha causado ya al menos 88 muertos, casi todos civiles y 21 de ellos menores de edad.

«Profundizaremos el daño»

Netanyahu, a quien el presidente ruso, Vladimir Putin pidió el cese de los bombardeos, descartó adoptar medidas como la interrupción del suministro de electricidad y agua que Israel controla, tal y como le piden miembros de su Gabinete, pero insistió en que «la campaña (Borde Protector) está procediendo según lo previsto». Precisó que «nos esperan fases adicionales».

«Hemos golpeado a Hamás y los hijos del terror con fuerza y a medida que se desarrolla la campaña, profundizaremos el daño contra ellos», prometió, al tiempo que dijo que el Ejército israelí y el Shin Beit (los servicios de Inteligencia) «están haciendo todos los esfuerzos posibles para evitar alcanzar a civiles». «Si los civiles son golpeados -sostuvo- es solo porque Hamas se esconde a propósito detrás de civiles palestinos», argumentó.

Aseguró haber ordenado aumentar los ataques aéreos, que ayer fueron más de un centenar y mataron a al menos 33 palestinos. Nueve de ellos murieron en el bombardeo contra un café de Jan Yunis en el que un grupo de personas disfrutaban de la semifinal del mundial de fútbol de Brasil. Otros dos fallecieron en una playa de Jan Yunis, donde se habían reunido en la arena ante la falta de electricidad en sus casas y en busca de aire fresco, a causa del impacto de un misil lanzado desde un barco israelí. En la misma localidad, cuatro mujeres y cuatro niños murieron en el ataque a dos casas.

Las milicias palestinas respondieron a los bombardeos israelíes con el lanzamiento de decenas de cohetes -el 90% de ellos interceptados por el sistema antimisiles israelí Cúpula de Hierro-, uno de los cuales causó cuatro heridos en Beersheva. Además, rumores apuntaban anoche a que se habría producido la primera víctima mortal israelí por el impacto de un proyectil.

Las autoridades egipcias, aliadas de Israel en el férreo bloqueo impuesto sobre la Franja de Gaza, reabrieron ayer provisional el paso fronterizo de Rafah para permitir la salida de sus ciudadanos y la evacuación de los palestinos heridos.

Palestina pidió protección al Consejo de Seguridad de la ONU, reunido ayer, para que se detenga «el baño de sangre» de su pueblo. Previamente a la reunión, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon tildó de «intolerable» el excesivo uso de la fuerza que están pagando los civiles, pero en una declaración que volvió a evidenciar el doble rasero de la comunidad internacional condenó enérgicamente el lanzamiento de cohetes, que tachó de «inaceptable», mientras instaba a Netanyahu a proteger a los civiles.