Aritz INTXUSTA

Mendillorri mantendrá la huerta popular porque hay gente que la necesita

Los impulsores de la huerta popular de Mendillorri anuncian que seguirán adelante con el proyecto pese a la presión policial del pasado fin de semana y el hecho de que se les haya requisado buena parte del material para cultivar. El objetivo de la plantación es dar de comer a personas necesitadas del barrio de la afueras de Iruñea, así como la explotación de partes del terreno por parte de vecinos interesados. «Para comer no hace falta permiso», dicen los promotores.

Vecinos de Mendillorri convocaron ayer a los medios para explicar lo ocurrido este fin de semana con el proyecto de huerta popular emprendido el miércoles pasado. El proceso de creación de una huerta para la gente del barrio que tiene problemas para su manutención se vio bruscamente interrumpido por la llegada, dos días consecutivos, de policías municipales y españoles que les han prohibido continuar.

La huerta popular se ha levantado en un descampado (un terreno dotacional que nunca llegó a emplearse) que estaba lleno de escombros, cristales y basuras. Según explicó a GARA Xabi Senosiain, la decisión de ubicar allí una huerta para la gente que más sufre la crisis surgió tras un estudio sobre la situación de los vecinos, donde se vio que existe un porcentaje alto de familias en dificultades a las que se podía ayudar con este huerto.

La producción de la plantación se ha diseñado de dos modos. Por un lado, las hortalizas cultivadas en auzolan tendrían como destino unas familias previamente identificadas. Un segundo método de cultivo era abrir el espacio para que toda persona interesada pudiera cultivar allí sus trozo de tierra.

Pese a que en la segunda vez que acudieron los policías requisaron todos los materiales (incluidos los paneles informativos), los vecinos plantaron lechugas tras la marcha de los uniformados. Senosiain explicó que ellos no están cerrados a hablar con el Ayuntamiento «o con cualquiera». No obstante, los colectivos que han comenzado a trabajar la tierra entienden que «para comer no hay que pedir permiso a nadie».

Además de esta prohibición que juzgan absurda, los colectivos denunciaron ayer la «desproporción» de los despliegues policiales de este fin de semana. Así, según su relato, el segundo día se desplegaron cuatro furgonetas de la Policía española, otra de los municipales y, al menos, dos motoristas.

Los miembros del movimiento juvenil impulsor de la huerta colectiva no pudieron dejar de ironizar ante semejante despliegue, apelando directamente al alcalde de la ciudad. «¿Qué peligro supone una plantación de pepinos, señor alcalde? Reflexione señor Maya y déjenos continuar en nuestra huerta. Ponga un pepino en su vida».

Ayer se quiso resaltar que para sacar adelante este proyecto se ha contado con numerosa ayuda por parte de los vecinos de Mendillorri «que colaboran ofreciendo su ayuda, herramientas, tierra abonada e incluso esquejes y diferentes semillas para plantar».

La persecución de huertos como el de Mendillorri es un hecho bastante habitual dentro del mandato de Maya, siendo el más significativo y grave el desalojo de Arantzadi.