Agustín GOIKOETXEA BILBO
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La magia del circo encandila a los txikis ingresados en Basurto

Nadie faltó a la cita anual en los jardines del Hospital de Basurto, hasta el sirimiri se sumó a la visita que el Gran Circo Mundial y Marijaia cursaron ayer al mediodía a los txikis ingresados. Por espacio de una hora, la magia les envolvió haciéndoles olvidar sus dolencias y saltar más de una carcajada con varios de los artistas de la troupe circense.

Primero el sirimiri y más tarde la lluvia no arredraron a los cientos de personas que ayer se dieron cita al mediodía junto al pabellón San Pelayo para disfrutar de la tradicional visita de los artistas del Gran Circo Mundial. Camisetas comparseras compartieron espacio con el personal sanitario, concejales con el alcalde a la cabeza y al frente de la expedición: Marijaia, el pregonero y la txupinera -Asier García y Loreto Errasti-, que presidieron el emotivo acto.

Tras el txupin de Errasti, y mientras muchos de los espectadores se cobijaban bajo paraguas y árboles, comenzó el espectáculo con el clown Tito Medina y su elefante hinchable, que hizo las delicias de los txikis antes de volver a su baúl. Las carcajadas comenzaron a escucharse más nítidamente con una estirpe de artistas italianos que arranca en el siglo XIX, los Fumagalli Boys, cuyos cinco componentes gustaron por sus parodias y reprises en torno a un trampolín con aires atléticos.

Tampoco faltó en Basurto otro clásico como es Charli Carletto, que mantuvo la risa en la boca de algunas de las niñas y niños de Pediatria que pudieron abandonar durante un tiempo su habitación del hospital. Con una simple bolsa, el artista portugués encandiló a los txikis y les animó a participar.

Y tras ese popular clown, el mexicano Juan Pablo Martínez ofreció sus malabares con mazas, pelotas y sombreros, tratando de superar al viento para que alcanzasen gran velocidad antes de volver a sus manos. Pero, sin duda, su número con cinco pelotas de ping pong impulsadas con los músculos de su boca y su lengua completó una actuación brillante ante un público entregado de antemano.

El ventrílocuo cómico italiano Kenneth Huesca contó en su número con la colaboración de la txupinera, el pregonero y una persona del público, a los que ordenó abrir la boca poniéndoles voz, generando situaciones divertidas al atribuirles un tono que no correspondía con su personalidad. Las carcajadas pudieron oírse hasta en el interior de los pabellones cercanos del complejo hospitalario.

No se quisieron perder la ocasión de actuar ante unos espectadores tan especiales, otra saga familiar del Gran Circo Mundial, los Tonino, que permitieron a dos niñas subir a su cama elástica a mostrar sus habilidades después de que ellos se exhibieran con sus saltos mortales y demás piruetas.

Y como colofón al espectáculo circense, los payasos Pepín León Trío hicieron reír al tiempo que interpretaban una pieza musical no exenta de comicidad. No toda la troupe pudo actuar en Basurto, pero sí acudieron a saludar a los txikis, al tiempo que cantaban la canción con la que finaliza cada una de las sesiones bajo la carpa del circo en el recinto ferial de Etxebarria, hasta el 7 de setiembre.