GARA GAZA
Masacre israelí en Gaza

Tel Aviv fracasa en su sexto intento de matar al líder militar de Hamas

En un ataque aéreo israelí contra una vivienda en la ciudad de Gaza murieron ayer cuatro personas, entre ellas la segunda esposa y la hija pequeña de Mohamad Al Deif, líder de las Brigadas Azedim al Kasem, brazo armado del movimiento Hamas, que fueron enterradas ayer mismo, por la mañana, entre el clamor popular.

Las Brigadas Azedim al Kasem amenazaron ayer con atacar el aeropuerto internacional de Tel Aviv en respuesta al intento por parte de Israel de matar a su líder, Mohamad al Deif, que «está vivo», según asegura esta organización de la resistencia palestina.

A media tarde, y tras un largo día de especulaciones, lanzamiento de cohetes y bombardeos sobre la Franja de Gaza (murieron al menos 21 palestinos y más de 120 resultaron heridos), Abu Obeida, portavoz de la organización, negó la muerte de Al Deif y reveló cuál será la respuesta.

El portavoz instó a las compañías aéreas internacionales a cancelar sus vuelos al aeropuerto Ben Gurion a partir de hoy a las 06.00 hora local (05.00 en Euskal Herria) y hasta que «el comandante Al Deif decida».

«Los planes israelíes han fracasado. El comandante Mohamad al Deif está vivo y dirigirá el Ejército palestino hasta la liberación de Jerusalén», subrayó.

Abu Obeida aseguró que el tiempo del diálogo se ha acabado y que por delante ya solo quedan días de lucha para lograr «los objetivos de la resistencia», entre ellos el fin del bloqueo israelí que obliga desde hace años a los gazatíes a sufrir una suerte de «muerte en vida».

«Les hemos dado a los líderes políticos el tiempo suficiente para lograr un acuerdo, pero el enemigo ha desperdiciado una oportunidad de oro para lograr un acuerdo», afirmó. «Instamos a la delegación palestina a abandonar El Cairo de forma inmediata, a retornar a casa y a olvidarse de regresar al diálogo», concluyó.

Las conjeturas de la prensa sobre la muerte de Al Deif, que ya ha sobrevivido a otros cinco intentos israelíes para matarlo, se basaban en la existencia de un cadáver sin identificar entre los escombros del edificio de su vivienda. Sin embargo, a media tarde, el Ministerio de Salud en Gaza explicó que junto a la esposa y la hija del comandante habían perecido otra mujer y una adolescente de 14 años.

Israel no ha confirmado ni desmentido de forma oficial que Al Deif fuera el objetivo de su ataque aéreo, pero algunos de sus ministros han dejado entrever que así fue. En declaraciones a la edición matutina de la radio militar de Israel, el ministro de Interior, Gideon Saar, afirmó que «Al Deif merece la muerte igual que Bin Laden».

«Es un objetivo legítimo», agregó Saar, un argumento al que poco después se sumó su colega, la ministra israelí de Justicia y ex jefa del último y fracasado proceso de diálogo con los palestinos, Tzipi Livni. «Intentar matar a una persona que está involucrada en terrorismo no es solo legítimo sino deseable a mis ojos. Durante todo este tiempo, he apoyado matar a los líderes terroristas», respondió al ser preguntada por la prensa local.

«Días difíciles y duros»

El intento de eliminar a Al Deif desató la furia de Hamas y ha anegado las pocas esperanzas que existían de que el diálogo que hasta el pasado martes se desarrollaba en El Cairo, bajo mediación egipcia, pueda recuperarse a corto plazo.

Poco después de conocerse el bombardeo, el portavoz del movimiento islamista en Gaza, Fawzi Barhoum, menospreció las amenazas previas del ministro israelí de Exteriores, Avigdor Lieberman. «Este tipo de declaraciones van a hundir a la población israelí en el infierno y los ocupantes deben prepararse para días difíciles y duros como nunca han visto antes», avisó.

Momentos antes, y durante una reunión con los diputados de su partido, Lieberman, uno de los líderes de la ultraderecha israelí, había criticado con dureza al primer ministro, Benjamin Netanyahu. «La política del Gobierno de responder con calma a la calma es completamente errónea. Nosotros solo debemos hablar y negociar con Hamas cundo esté completamente rendido. Debemos buscar un rápido y total fin de Hamas», exigió Lieberman, citado por la edición digital del diario «Yediot Aharonot».

Desde 2002

Según informaciones periodísticas, Mohamad Al Deif llegó a la jefatura de la milicia de Hamas en 2002, tras la muerte, a manos de Israel, de su predecesor, Saleh Shehade.

Venezuela

El embajador de Venezuela en Egipto, Juan Antonio Hernández, denunció un posible ataque israelí a la misión humanitaria que su delegación entregó a la sede de la Media Luna Roja en Gaza.

El patrimonio, la otra víctima de la agresión israelí contra Gaza

Además de los cerca de 2.000 muertos y 10.000 heridos, el conflicto en Gaza se está cobrando como víctimas joyas del descuidado patrimonio de este territorio palestino, tales como la mezquita Al Omari, en Jabaliya, destruida por un misil israelí.

Se piensa que algunas partes del templo destruido se remontaban al siglo XIV. Una mezquita habría sido construida en el mismo lugar en el siglo VII, poco después de la aparición del islam. La mezquita Omari era uno de los edificios históricos todavía en pie en Gaza, una ciudad densa donde los bloques de viviendas de perpiaño bruto, de piedra o ladrillo que atraviesa toda la pared, se alinean a lo largo de calles polvorientas.

La mezquita es actualmente una ruina. Solo queda el minarete. El almuédano fue alcanzado por el misil cuando llamaba a la oración, dicen los vecinos.

La Franja de Gaza ha tenido asentamientos humanos sedentarios desde hace 5.300 años, pero los siglos de guerras y el crecimiento galopante de la población desde la creación del Estado de Israel en 1948 han borrado cualquier vestigio de esta lengua de territorio mediterráneo encajonado entre Egipto e Israel con riquezas históricas considerables.

La ministra palestina de Turismo y Antigüedades, Rula Maayah, pidió el jueves a la UNESCO que denuncie la destrucción «intencionada», según ella, del patrimonio palestino por el Ejército israelí, y lo equipare a un «crimen de guerra».

Pero en la propia Gaza «no es una prioridad para nadie», dice Yasmine al Judari, que ayuda a su padre a mantener el pequeño museo que ha creado. «Cuando se piensa en Gaza, no se piensa en su historia, en la Gaza antigua o en la arqueología, se piensa en emergencia alimentaria o médica, en campos de refugiados, en Hamas», sostiene.

Para paliar la falta de museo público, su padre, Jawdat al Judary, empezó a coleccionar objetos que iba descubriendo cuando se revolvía la tierra para la construcción, que datan de la época de los cananeos hasta la Primera Guerra Mundial.

El museo privado que abrió en 2008 frente al mar en Gaza expone vestigios de cerámica antigua, piezas de monedas, objetos de bronce y armas. Ha asociado al museo un restaurante y un hotel en los que ha integrado algunos hallazgos: los pilares del balcón eran parte de los raíles del tren que en otros tiempos cruzaba Gaza.

Los Judary querían aumentar su colección y renovar el museo. En abril recibieron la visita de dos arqueólogos franceses. Uno regresó en julio, pero se fue cuando estalló la guerra.

Los bombardeos han causado daños directos, y también indirectos, al patrimonio gazatí, dice Ahmed al Barsh, del Ministerio de Turismo. «Indirectos porque los visitantes no pueden entrar, ya sean extranjeros, estudiantes o investigadores».

Antes incluso de la guerra actual, el bloqueo que impuso Israel a la Franja de Gaza hacía el trabajo imposible. «Israel ha prohibido la importación de materiales de construcción por lo que las fundaciones y organizaciones internacionales que trabajan en este sector han dejado de apoyarnos», explica.

La mezquita Al Mahkamah, que data del siglo XV, también ha sido destruida en Shajaya, uno de los barrios de Gaza más afectados por los bombardeos. En un caos de escombros, cables eléctricos y metal sólo se erige el minarete de la era de los mamelucos con una mampostería complicada.

El hamman Al Samara, último baño turco de Gaza, tuvo que cerrar con la guerra. Los gazatíes han acudido a ellos durante más de 1.000 años. Era una de las últimas atracciones todavía intactas para los escasos turistas. Mohamed al Uazir, cuya familia dirige el hamman desde hace casi un siglo, trata de proyectarse en el futuro, más bien gris, y habla de volver a abrirlo. Va reducir el precio de la entrada a la mitad (unos 2 euros) «por solidaridad con la gente y por lo que han tenido que pasar». Podría no esperar a que se instaure un alto el fuego duradero, simplemente porque los gazatíes no tienen agua y no tienen donde lavarse. Tom LITTLE | AFP