Raimundo Fitero
DE REOJO

ELA


No se alteren; quietos parados, me refiero en el titular a la Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad neurovegetativa que está causando estragos en ciertos segmentos de la población mundial. Las investigaciones sobre su tratamiento están en una fase muy embrionaria y se necesitan recursos económicos para avanzar y lograr algunas soluciones. Aunque parezca otra cosa, esa sucesión de famosos bañados con cubos de agua supuestamente helada forma parte de una campaña de concienciación mundial sobre la enfermedad y de la urgencia en buscar soluciones médicas, tratamientos efectivos para lo que es necesario dinero. Lo que sucede, como tantas veces, es que una buena idea se convierte en un negocio colateral y en una moda que empieza a saturar todos los rincones de nuestras pantallas.

El mecanismo es muy sencillo: el individuo bañado selecciona y reta a otros famosos para que hagan lo mismo. Así vemos en cada noticiario, en cada programa de entretenimiento, en portadas, en redes sociales, en todos los medios de comunicación a esos cuerpos famosos tiritando. Para hacer el vídeo se gastan unos cuantos euros porque hay que mandar equipos, cámaras, etcétera, y los famosos, tras autorización de su plantel de asesores de imagen, aceptan. Parece ser que no cobran nada por participar. Pero no aportan nada. Es decir, lo consideran una inversión publicitaria, no por el ELA, sino por ELLOS o ELLAS.

Aquí llega un punto de no retorno. Muchos considerarán que ya es suficiente no cobrar lo que normalmente reciben por actos de esta índole, en algunos casos unas cantidades vergonzantes. Quiero decirles que es habitual llenar fiestas en ciertos lugares con famosos que cobran por posar en el photocall. Lamentable, pero cierto. Por eso una vez más, ha tenido que ser nuestro actor preferido, Charlie Sheen, quien haya roto con la hipocresía y la falta de compromiso de esos famosillos y en vez de echarse agua helada, se ha tirado diez mil dólares de su bolsillo, como donación. Lo que debería ser la norma. Además de no cobrar, contribuir. Eso es solidaridad. Lo otro es una bochornosa actividad lucrativa menor de unos seres que viven de su cuerpo. Por poco tiempo.