La película coreana “Haemoo” va a ser distribuida internacionalmente con el título en inglés de “Sea Fog”, dado que el protagonismo ambiental se lo lleva la cerrada niebla marina en medio de la cual tienen lugar los terribles hechos recreados. El grado de desorientación y caos que transmiten esas imágenes se acerca al sentido de aventura enloquecida descrito, como nadie hasta ahora, por Werner Herzog. El sino violento de la naturaleza humana es llevado a su extremo, quedando patente una vez más que un grupo aislado es capaz de todo, a nada que la situación se vuelva incontrolable. 

Shim Sung-bo consigue una ópera prima de verdadero impacto, que le coloca como fiel continuador del estilo de su maestro Bong Joon-ho. No en vano este apadrina la película en calidad de productor y coguionista, devolviendo el favor que el debutante le hizo en su día escribiendo el guion de “Memories of Murder”, la película que le consagró. Ahora bien, Shim Sung-bo se inicia dentro del thriller coreano de perfil más violento con todas las consecuencias, porque es consciente de que una historia real tan brutal no podía ser suavizada de ninguna manera al ser trasladada a la pantalla.

Es muy importante en «Haemoo» la presentación de los personajes, unos tipos duros cuyo carácter indómito se ha forjado en alta mar. Pero también se deja sentado que son unos pescadores acostumbrados a trabajar en las peores condiciones por la paga, y que si el trabajo escasea por culpa de la crisis del sector pesquero, no dudarán en sacar el dinero por cualquier otro medio. Y, además, el permanecer tanto tiempo fuera de casa les ha insensibilizado, algo que denota su agresivo comportamiento sexual.

Al principio tal descripción parece formar parte de un cuadro costumbrista, no exento de un humor muy bestia, que en cuanto las cosas se ponen feas revela su reverso más peligroso. Películas como «Haemoo» resultan imprescindibles para profundizar en el lado más oscuro de la crónica de sucesos.