Txisko Fernández
Periodista
IKUSMIRA

División o unión, siempre entre diferentes

Sin entrar a debatir las falacias con la que los gobernantes españoles intentan empujar hacia el paredón judicial a quienes impulsan la consulta soberanista en Catalunya, considero conveniente eliminar de raíz uno de los argumentos con los que los unionistas -españoles, británicos o franceses, lo mismo da- intentan zanjar la polémica política de buenas a primeras.

Una y otra vez repiten que este tipo de consultas, o cualquier otra iniciativa soberanista, «en lugar de unir, divide». Y así, antes y después del referéndum celebrado el pasado 18 de setiembre, nos han bombardeado con el mantra de que esa consulta «divide a la sociedad escocesa». Casi con las mismas palabras, los unionistas vascos (PSE-PSN, PP, UPN, UMP, UPyD... -como ven, divididos en bastantes siglas-) rechazan incluso que se cree una comisión parlamentaria para debatir. Lo que les une, en este caso, no es solo su condición identitaria, sino también su escasa tradición democrática.

Lo que no voy a negar es que la sociedad escocesa está dividida en cuanto al futuro que desean para su país: 2.001.926 votaron en contra de la independencia y 1.617.989 lo hicieron a favor. Unos celebraron el resultado con alegría y otros se lamentaron por la oportunidad perdida. También habrá escocesas y escoceses que prefieran ir al monte antes que a la playa, como pasa aquí; también hay miles de catalanes y catalanas que son hinchas del Barça, y también son miles quienes no lo son; hay muchas vascas y vascos que van a misa, y muchísimos más que prefieren dedicar ese tiempo a otras actividades.

Pues sí, resulta que lo normal, en Euskal Herria y en Escocia, como en Catalunya, es que la gente tenga diferentes opiniones, y contrapuestas si solo hay dos opciones a elegir. El truco demagógico consiste en plantear que ser diferentes es una cualidad negativa. Y no hay que pasar por ahí: unidos o separados, tenemos derecho a ser diferentes. Siempre.