Raimundo Fitero
DE REOJO

Dobles parejas

Hay muchas maneras de interpretar los resultados de las audiencias televisivas y, cuando se enfrentan dos políticos en efervescencia, se tiende a analizar las audiencias como medida del interés de los entrevistados y no del programa en el que aparecen. Risto Mejide, con sus sofás de diseño y su figura de escepticismo controlado se enfrentaba desde Cuatro a la mediadora televisiva más enjundiosa, Ana Pastor, en La Sexta. Ambos en una noche de domingo, terreno de juego reactivado.

Los números cantan. De estas dobles parejas Mejide consiguió los mejores resultados de audiencia de su programa desde que se inició. Ana Pastor no fue mal, pero tres puntos porcentuales por debajo. En el sofá estuvo Pablo Iglesias, el chico del gesto agrio y discurso repensado, y en el sillón de Pastor Artur Mas, con su flequillo repeinado y su mantra discursivo sustentado sobre las ruinas del pujolismo. ¿Se deben sacar conclusiones televisivas o políticas del resultado? Vaya pregunta, ¿qué diferencia hay entre una cosa y otra? Ninguna.

Como brujo residente digo que la combinación del publicista Mejide con el propagandista Iglesias es bastante más atractiva que la compuesta por la entrevistadora Pastor y el contestador Mas. Además era más imprevisible lo que podía pasar con los primeros en Cuatro que con los segundos en La Sexta. Generacionalmente más cercanos, con ideas del mundo muy distantes, los primeros proporcionaron un cuerpo a cuerpo entre personajes mediáticos con evidentes signos políticos pero vivo, abierto, contradictorio, en busca del espectáculo.

Pastor es muy institucional, llega, sus programas son Ella y los demás, y en este caso un president en apuros, pero no se salieron del guion -¿pactado?-, se sabía que hablarían de lo que hablaron, y que se contestaría lo que se contestó. No había posibilidad de sorpresa, Y no la hubo. Parecían cumplir un trámite. Por lo tanto no se pueden sacar muchas conclusiones definitivas, pero la tendencia al medir audiencias es muy evidente y los comunicadores y directores de campaña de los partidos deben estar pensando que Pablo iglesias interesa a demasiados como para quedarse esperando a que el CIS lo remedie.