Mikel Jauregi
Periodista
IKUSMIRA

De punkis de postal y señores de Bizkaia

El, que presume de ser muy rockero, debería saber que vestir una camiseta de los Ramones no te hace punk; y hoy en día, cuando el logo de los de Nueva York está tan de moda entre chicos y chicas adolescentes o pre-adolescentes que jamás han escuchado un solo acorde de «Sheena is a punk rocker», ni siquiera sirve para parecerlo. Y cuando te presentas en tu último pleno de política general haciendo gala de honradez y transparencia personal, con golpes de efecto como la publicitación a bombo y platillo de tu patrimonio, pero al mismo tiempo jactándote de que no piensas delatar a quienes han incurrido en conductas fraudulentas, no haces otra cosa que ofrecer la imagen de un punki de postal.

Una estampa que vienes a reforzar cuando al día siguiente tratas, hasta en dos ocasiones, de quitar hierro a lo explicitado. Pero no cuela. Con subir la distorsión no se llega a alterar la melodía. Y sobre todo porque, tal como él mismo reconoció en una entrevista matutina, la letra estaba escrita de antemano. No se trató de una improvisada jam session.

Las manifestaciones del diputado general de Bizkaia no fueron fruto de un calentón, no constituyeron una bilbainada made in Bilbao (de las muchas que nos ha obsequiado durante estos doce años), sino que formaban parte de un discurso redactado. Premeditación y alevosía, por tanto.

«Los que hacían pagos con fajos de billetes sin demostrar su origen» y «los que tenían grandes sumas de dinero en paraísos fiscales y cuyos nombres no salen a la luz». Pocas interpretaciones caben ahí. José Luis Bilbao, así lo dejó más que claro, sabe quiénes son. Y lo de «tranquilos, no escribiré mis memorias» suena a amenaza velada.

El «señor de Bizkaia» -acertadísimo concepto elegido por una agencia para titular su perfil- tiene todo el derecho a no escribir sus memorias. Lo que no tendría un pase es que Juan Calparsoro no actuara de oficio y no le llamara a declarar para que empiece a cantar.