Jesus Valencia
Educador social
JO PUNTUA

Antes se coge al mentiroso...

Hace tiempo escribí otra nota relativa a una esperpéntica conferencia que se pronunció en Iruñea. Invitado por el miembro de Geroa Bai Koldo Martínez, Grande Marlaska disertó sobre las garantías que se aplican en la Audiencia Nacional. Que nadie lo tome a chiste. Habló el magistrado con supuesta autoridad y el auditorio le aplaudió con fervor. Uno de los asistentes -padre de un joven torturado- le espetó al ponente una pregunta que cuestionaba lo expuesto. Don Marlaska captó la direccionalidad del torpedo y defendió con mayor énfasis lo que acababa de decir. El auditorio jaleó al cuestionado juez con aplauso más frenético.

En aquella ocasión, el relato de Marlaska se impuso; le resultó fácil silenciar al padre dolido y a unos cuantos irredentos que protestaban por los alrededores. Pero ¿era cierto lo que contó? El tiempo avanza implacable y hoy sabemos la verdad. Los escalofriantes testimonios de 28 jóvenes que están siendo juzgados han permitido conocer lo que la conferencia ocultó. Varios de ellos intentaron, angustiosa y largamente, comparecer ante Marlaska; empeños inútiles, ya que el garantista magistrado prefirió tomarles declaración después de que hubieran padecido tormento. Las muchachas soportaron vejaciones sexuales; a Garazi le dijeron que su padre había sido hospitalizado; con Ander, paralizado por el miedo, hicieron lo que quisieron; a Egoi Irisarri, que padecía infección de orina, le golpeaban preferentemente los testículos; con Ekoitz Arrese simularon una ejecución; a Ruben Villa le sacaron el hombro de una patada; Ainara Ladrón aguantó una lluvia de puñetazos en las costillas. ¿Dónde estaban las medidas garantistas que se aplaudieron en Iruñea? Ruben tuvo que recolocarse el hombro. Un forense respondió ante las quejas de Xabat Moran: «¡qué pena, parecía que ibas a ir bien!». Un abogado de oficio se dedicó a elogiar las habilidades matoniles de su hijo paracaidista. Marlaska, que ejercía de instructor, ni siquiera acudió a la comisaría cuando tuvo conocimiento de que Egoi había sido hospitalizado; ni se inmutó cuando el forense de Arrese le trasladó informe de lo que estaba sucediendo.

La tortura solo es posible gracias a los sádicos que la practican y a los colaboradores que la encubren. Tras escuchar a los jóvenes, la conferencia de Iruñea bien pudiera considerarse un penoso ejercicio de encubrimiento.