Aritz Intxusta
Periodista
IKUSMIRA

Las tarjetas opacas, en la CAN, eran efectivo

La capacidad para el asombro es una cualidad que, con el tiempo, se va gastando. Por ello, los navarros contemplamos con cierto resabio la polémica abierta por las tarjetas opacas de Caja Madrid. Cuando se oye a algún consejero salir con el mítico «eso era parte de nuestro salario», uno no puede dejar de pensar que es otro salao como el exconsejero de Economía, Álvaro Miranda, o la propia Yolanda Barcina después de que le cazaran llevándose más de cinco mil euros diarios en un organismo inútil que solo conocían una decena de personas. Vale que en la CAN no eran tarjetas, sino dinero en efectivo. Más rústico.

Tampoco causa sorpresa que los consejeros cazados ahora se pongan muy dignos y digan que lo van a devolver todo. Algunos dicen que lo donarán a la beneficiencia, pero los que hemos seguido el «caso CAN» sabemos que todas las devoluciones se harán a la Fundación Caja Madrid. ¿Por qué? Porque si vienen mal dadas, se podrá alegar la atenuante de reparación del daño, cosa que no ocurre si la pasta se entrega al Banco de Alimentos. También habrá quien no suelte un clavo, pues Madrid produce mucho chulapo, de la misma forma que Nafarroa, mucho sinvergüenza.

Lo que sí que deja boquiabierto es que en Madrid la gente dimita. Aquí, lejos de eso, no se supo cuánto se estaba llevando la señora presidenta hasta que una organización sin ánimo de lucro, Kontuz, presentó una denuncia penal. A la Fiscalía, ni se le vio. Lástima que el caso, por la oposición del Supremo a que se investigara a Barcina, se cerrara sin que se conociera la prueba clave: que las actas estaban manipuladas. Cosas de la justicia española.

Para colmo, la gente suele olvidar que, cuando estalló el escándalo y los políticos navarros se vieron forzados a cerrar el pesebre de las dietas, Barcina dio orden de que «para compensar la pérdida» le subieran el sueldo en 23.000 (y otros 16.000 a Roberto Jiménez). Y Sanseacabó, que si no vienen los malos. Dimitir, en Nafarroa, sigue siendo un nombre ruso.