Katu Arkonada(*)
KOLABORAZIOA

Pensando en Euskal Herria desde América Latina

Jamás olvidaré ni podré devolver cuanto recibí de Endika -y de Suspe y de otros- en aquellos años del 72 al 75 cargados de estrecheces, miedos e ilusiones de que todo iba a valer la pena...

«Después de cinco siglos de enseñar al mundo lo que debía hacer, Europa no tiene nada que enseñar ahora y lo más grave es que el colonialismo anula su capacidad de aprender». Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués

«No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva». José Carlos Mariátegui, pensador marxista peruano

Evo Morales acaba de ganar las elecciones en Bolivia con el 61% de los votos y más de 36 puntos de ventaja sobre el segundo candidato más votado. Es innegable el éxito que supone una victoria tan contundente tras ocho años de gobierno, y una mirada en profundidad a lo que sucede en Bolivia y los procesos de cambio en América Latina puede dejarnos algunas enseñanzas a la hora de pensar el proceso político puesto en marcha en Euskal Herria.

En primer lugar, mirar a América Latina no solo es un ejercicio de descolonización epistemológica después de haber contribuido a la colonización de ese continente, sino que en estos momentos y ante la situación de crisis estructural del capitalismo en la que nos encontramos, con una economía cada vez más financiarizada y de una medida geopolítica planetaria, global, si de algún lado va a surgir una alternativa al modelo del capitalismo, más allá de experiencias puntuales y nacionales, es de América Latina, el único lugar del mundo donde regionalmente se están poniendo en marcha proyectos posneoliberales. Ante la ingenuidad de quienes todavía siguen dando vivas a la socialdemocracia a pesar de la muerte de esta, solo cabe decirles que es imposible gestionar un capitalismo con rostro humano, que el sistema capitalista solo puede mantener sus tasas de ganancia (y en todo caso reparto de migajas) si en algún otro lugar del mundo se da explotación. Pero en la medida en que el Sur (entendido geopolíticamente, no solo geográficamente) recupera la soberanía política y económica, además del control sobre sus áreas estratégicas y recursos naturales, el Norte (y ahí es donde nos encontramos) acelera su crisis.

Enseñanzas desde Bolivia. En ese sentido, y más allá de circunstancias puntuales, Bolivia nos deja tres enseñanzas muy concretas para aprender de ellas. La primera es que llegar al Gobierno, ganar espacio y cuotas en las instituciones, no significa tener el poder. Fueron necesarios varios años entre ganar las elecciones y adueñarse de las instituciones, hasta que los sectores populares realmente conquistaron el poder que tienen, y ejercen, en la actualidad.

La segunda enseñanza es que precisamente el proceso boliviano solo es sostenible en el tiempo en la medida en que es un gobierno de los movimientos sociales. En esa tensión creativa permanente o contradicción en el seno del pueblo se desarrolla el proceso de cambio. Necesita ser eficiente como estado, pero ampliando permanentemente los límites y márgenes de la democracia mediante la ocupación que del mismo hacen los movimientos sociales. El gobierno es del pueblo y para el pueblo construyendo una democracia sin fin que es parte de la construcción del socialismo.

La tercera enseñanza es un cuestionamiento permanente a la herencia colonial de la modernidad y el capitalismo. Es muy difícil construir socialismo a partir de capitalismo de estado y dentro de un sistema-mundo capitalista, pero hay dos elementos que permiten hablar de trazas de socialismo, la esencia de lo comunitario, con un modelo económico en el que el reforzamiento de la economía estatal está pensado como una transición hacia formas de economía comunitaria, y además la economía se piensa como un equilibrio permanente entre el derecho al desarrollo, a sacar a tu población de la pobreza y mejorar sus condiciones de vida, y los derechos de la Madre Tierra, que llevan a cuestionar un modelo de desarrollo que, de nuevo aunque la ingenuidad de muchos lleve a pensar que sigue siendo válido, cada vez demuestra más sus límites, tanto ecológicos del planeta como límites del propio sistema capitalista que profundiza en su modelo de acumulación por desposesión.

Sujeto, proyecto, instrumento. Pero si Bolivia nos deja estas y otras muchas más enseñanzas, es porque supieron identificar, agrupar y articular un sujeto. Sujeto que en el caso boliviano además conjuga clase e identidad y se autodenomina movimiento indígena originario campesino. Y solo a partir de ese sujeto las clases subalternas y sectores populares, comenzaron a irradiarse e incorporar a otras clases y sectores sociales.

Asimismo supieron definir un proyecto político claro, sin miedo a definirlo como socialista, y que, tomando como horizonte la justicia social, la soberanía política y la independencia económica, está sólidamente sustentando sobre los pilares del antiimperialismo, el anticolonialismo y el anticapitalismo. Por algo Evo, como líder de ese sujeto, es la cristalización de esos tres pilares.

Finalmente, se dotaron de un instrumento para lograr sus objetivos. El MAS no es más que la sigla electoral del IPSP (Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos). Los compañeros no son del MAS, sino que el MAS es de ellos y ellas. En esa sencilla frase se sedimenta una herencia de lucha y construcción del proyecto político.

De todo esto, brevemente telegrafiado en estas líneas, y mucho más, vamos a dialogar, debatir y discutir si hace falta estos días en Bilbo en las dos citas organizadas por GITE-IPES, tanto el jueves 23 en la charla «América Latina y la nueva Geopolítica del Sur: crisis del capitalismo y alternativas socialistas» (sede de la UPV del Casco Viejo) como en el seminario del sábado 25 (La Bolsa), donde mano a mano con Joseba Álvarez trataremos de construir colectivamente un diagnóstico común sobre el momento actual y la posibilidad de un proyecto que, al igual que el socialismo que pensaba Mariátegui, no puede ser ni calco ni copia, sino creación heroica desde Euskal Herria y para Euskal Herria.

(*)Militante del proceso de cambio boliviano y de la izquierda abertzale