GARA

El régimen militar afianza a tiros su poder

La Junta Militar que se ha hecho con el poder en Burkina Faso tras la insurrección popular que derrocó a Blaise Compaoré tomaba ayer la plaza de la Nación, el epicentro de las protestas, y la radiotelevisión. Pero las espadas están en alto: las protestas no cesan y la tensión es muy grande.

La Junta Militar que se ha apoderado «transitoriamente» del poder en Burkina Faso afianzaba ayer su poder por la fuerza de las armas. A primeras horas de la mañana tomó el control de la plaza de la Nación en la capital tras evacuar a los miles de manifestantes que se habían reagrupado demandando la retirada de la jefatura militar del poder y la necesidad de que la transición fuera liderada por representantes de la insurrección popular que derrocó a Blaise Compaoré, exgolpista y presidente durante los últimos 27 años.

Posteriormente, los soldados del regimiento de la seguridad presidencial tomaban la sede de la radiotelevisión burkinesa disparando al aire y provocando un muerto en la estampida que se originó.

Sin embargo, la contestación a los militares no bajaba en intensidad y se sucedían manifestaciones en distintos puntos del país tachando de inaceptable la toma del poder por una Junta Militar, algo que consideran que era «el plan B de Compaoré».

«La victoria de la insurrección popular corresponde al pueblo -rezaba el manifiesto leído en la plaza de la Nación antes de ser evacuada- y por consiguiente, la gestión de la transición le corresponde legítimamente al pueblo y no puede ser confiscada por el Ejército».

Ejército y oposición divididos

Mientras tanto, en un país que ha sido dirigido por militares desde el año 1966, las divisiones afloran ya en el Ejército y en la oposición. El general retirado y antiguo ministro de Defensa, Kuoamé Lougué, declaraba a la BBC que tuvo que echarse a un lado porque sus guardaespaldas le aseguraron que si no lo matarían instantáneamente. Por su parte, en el campo de la muy fragmentada oposición, dirigida en muchos casos por exministros de Compaoré, también se observan las primeras diferencias entre quienes defienden dar un voto de confianza a la Junta Militar y quienes apuestan por extender y radicalizar las propuestas.

Como ocurre habitualmente, los «amigos» del nuevo poder querrán coger los puestos de los amigos y familiares del derrocado presidente. Y con una oposición en manos de muchos exministros, algunos analistas anticipan que si la Junta Militar no le coge excesivo gusto al poder, tras las elecciones transicionales Burkina Faso tendrá a un exministro como nuevo presidente. Un horizonte que irrita a una población movilizada que demanda cambios de calado.

Las espadas están en alto: está por ver si los militares «toman» la insurrección popular para instalar un régimen autoritario.