Sigue sin convencerme del todo el cine indie de Mike Cahill, porque de ciencia-ficción tiene más bien poco. Tanto en su anterior «Otra tierra» como en este su segundo largometraje «Orígenes» utiliza el género como pretexto, sin adentrarse nunca en él. Su nueva película es simple y llanamente un drama romántico, por más que lo quieran vestir de otra cosa. Ni siquiera va tan lejos en la dirección que convierte el amor en una experiencia más allá del tiempo, como lo hacían por ejemplo Michel Gondry su guionista Charlie Kaufman en «Olvidate de mí». Su mensaje final se podría resumir en la necesidad de trascender que le surge a la persona que ama y sobrevive a su pareja, deseosa de reencotrarse con el ser amado ausente en otra vida.

No debe confundir en dicha impresión el hecho de que el protagonista sea un investigador científico especializado en la biometría oftalmológica. Su teoría ocular gira en torno a la singularidad del iris humano, utilizado como sustitutivo de la huella dactilar para la identificación personal. Está claro que deja de ser un hombre de ciencia en cuanto siente una epifanía, al descubrir una anomalía que viene a contradecir sus estudios. Es entonces cuando abraza la espiritualidad, por aquello de que los ojos de su amada fallecida resultan ser idénticos a los de una niña encontrada en la India. El viaje o peregrinación al Ganges, tantas veces repetido en el cine, le servirá en consecuencia para abrir su mente a las viejas creencias hinduistas sobre la reencarnación.

Donde sí convence plenamente «Orígenes» es en su poderoso diseño visual, desarrollado en función de la carga hipnótica que tienen unos ojos fotografiados en detalle. La mirada de la niña india Kashish alcanza así una dimensión mágica, embaucadora si se quiere, pero innegablemente atrayente. Michael Pitt se deja seducir por ella con la inocencia de quien se siente transportado a la niñez, en cuanto símbolo de los orígenes a los que se refiere el título. Es una historia de amor de principio a fin, de las que abarcan toda una existencia en conexión con otras que nacen.