Pablo CABEZA BILBO
Elkarrizketa
Gontzal Mendibil
Intérprete, compositor...

«La creatividad es un coto vedado para los conformistas»

Gontzal Mendibil compuso hace 40 años el clásico «Bagare» y justo en este mes, y van 39 desde su debut con «Zaurietatik dario», cuando solo contaba 19 años. No obstante, el tiempo no le ha abotargado las ideas, ya que regresa con su disco más inspirado, «Nire bihotzak zure begiak ditu».

Si se dejara un apunte como que «Nire bihotzak zure begiak ditu» suena «antiguo», podría tomarse como un demérito, ya que, tal parece, que todo y todos tienen que evolucionar y sonar actual, que, francamente, no sabríamos definir qué es. A nosotros el nuevo álbum nos suena a los viejos himnos de los trovadores de los setenta y solo ese hecho lo coloca en una posición de necesaria atención. Pero como tampoco nos gustan las trampas, también urge escribir que los arreglos son del momento, aunque no seríamos capaz de razonar muy bien por qué, ya que los setenta fueron de una riqueza y atrevimiento sublime y ya existían todos los instrumentos posibles. Ocurre, destapando las cartas, que ese colorido setentero fue más internacional que local, por lo que toparse con los sonidos de «Nire bihotzak zure begiak ditu» conlleva sentir el pasado en el tuétano y, a la par, disfrutar de las ocurrencias que solo llegan con la experiencia y la evolución, sobre todo en un país donde el interés general por la música pertenece a los últimos años.

En «Nire bihotzak zure begiak ditu» se encuentran once de las canciones más sugerentes de toda la carrera de Gontzal Mendibil, lo que le convierte en uno de sus discos más cumplidos, quizá el de mayor valor, aunque el tiempo enseña que tales afirmaciones rara vez pueden manejarse en una carrera tan dilatada, pues el recuerdo sin lagunas y los sentimientos siempre van a teñir irremediablemente el resultado. Solo se nos ocurre apuntar con rigor absolutista que Mendibil ha compuesto once canciones muy inspiradas y unos arreglos que recorren voraces el talento y la imaginación.

Mendibil juega con el tipo de canción arcana, se dobla la voz al viejo estilo, eso que llamábamos líneas atrás «antiguo»; compone los «himnos» con la delicadeza melódica del antes, incluso por el recurso del «fade out» [efecto de edición musical por el que el volumen de la canción va disminuyendo poco a poco hasta desaparecer], los arreglos lo contextualizan en el presente, pero quizá sea más el sonido, el cómo se graba en la actualidad y la riqueza dinámica, que el fondo.

Jose Luis Canal ha realizado un admirable trabajo de escudero. Y Rober Caballero, Blas Fernández, Angel Unzu, Joe González, Lourdes Alonso, Ane Aguirre, Antonio Cervilla, Adrian Castro y Philippe de Ezcurra completan un reparto que va desde el cello al acordeón, de la guitarra acústica al piano, de la viola al clarinete... A lo que hay que añadir unos textos hermosos, evocadores, todos del propio Gontzal Mendibil salvo «Badakizu zer den gure herria?», un texto de Joseba Sarrionandia espléndido.

Con el programa televisivo «La botica de la abuela» y derivados, Gontzal Mendibil vivió el auge, pero la no renovación del programa por parte de TVE en 2007, junto con la apertura posterior de algunas tiendas con el mismo nombre... le condujeron, poco a poco, a la quiebra y ruina. «Nire bihotzak zure begiak ditu» contiene un texto, «Zeure ametsa», que alude a la ilusión, al derecho a salir adelante a pesar de las circunstancias.

Es un renacer y en ello está con su posible disco más completo y una serie de presentaciones: 3 de diciembre, sala BBK de Bilbo; 26 de diciembre, Victoria Eugenia de Donostia; 27 en Antzokia de Gernika; 30 en Soreasu Antzokia de Azpeitia, y 9 de enero en Barakaldo Antzokia.

En «Zeure ametsa» parece que reivindica el hecho de rehacerse, pero podría referirse tanto a los reveses materiales de la vida como a cuestiones de sentimientos, de valores.

Así es, no solo reveses económicos que te dejan «planchado», sino puñaladas sufridas que te dejan aún más tocado. Uno de mis defectos es posiblemente mi ingenuidad para no valorar el peligro que hay delante y el de confiar en la gente que no debía de haber confiado. Tengo claro que soy creativo y no gestor, pero un proyecto de empresa necesita gestores y si dejas en manos de quien no debes, todo se puede ir al garete, y hay quienes se aprovechan de tus debilidades y te utilizan culpabilizándote incluso de lo que tú no has hecho. Una buena lección para saber quién es quién y qué es qué, como digo en «Zeure ametsa». Así pues, la derrota o el fracaso que te deja hundido en un tiempo, es la primera lección que uno aprende para sacar conclusiones. Por eso, aunque tarde, me toca aplicar la ley del discernimiento: saber quién es quién. Eso digo en una canción, cuando lo pierdes todo: tu patrimonio eres tú. Y creer en uno es lo que te salva. «Si te queman te podrás convertir en fuego», digo en «Zeure ametsa». Lo cierto es que me he ido dando de hostias a granel, pero eso pasa a todos los que pretenden hacer cosas y avanzar, y es lo que te hace crecer, sin dejar de ser lo que eres, que es lo importante. Cuando lo pierdes todo, y en este caso me refiero solo a lo material, te toca remontar creyendo en ti, con un rumbo y un objetivo claro para conseguirlo. Por eso, las composiciones de este disco han salido desde mis entrañas.

La situación fue dura, pero también se supo reír de ella.

En el homenaje que se le hizo a mi primo Sabin Intxaurraga hace dos años, en el segundo año de su fallecimiento, el bertsolari Arkaitz Estiballes con su sorna de buen bertsolari, recitó unos versos que decía, «aquí le tenemos a Gontzal que antes en su canción de «Kapitalismoak dakarren...» proclamaba el socialismo, luego se hizo empresario y ahora vuelve al socialismo». Hubo risas.

Ha escrito muchas letras de corte poético, pero nunca sabe el lector que esconden las posibles metáforas.

A estas alturas, para qué esconder nada. Uno es así, escribe desde el corazón para el corazón. Las cosas que salen del corazón tienen autenticidad y el amor es, además, un buen agarradero no solo cuando uno está bien, sino y, sobre todo, cuando uno está jodido. «Oker zaude maitasuna hori dela uste baduzu / Estás equivocado si crees que eso es el amor». Tenemos demasiados miedos, hasta en el amor. Amamos a nuestra manera, sin entregarnos demasiado. Y digo en «Maite ninduzula»: «No me querías como yo querría como quisieras». Es un disco poético, así es, pero huye del barroquismo.

La poesía, el cariño, la necesidad de hablar de amor, con lo que reconforta, quizá ha sido un refugio necesario en estos duros años.

Es un salvavidas necesario, y un sentirte vivo. Porque no hay peor cosa en la vida que existir por existir y estar atenazado por el miedo. La ilusión es la que mueve el mundo. Y cuando uno habla con los ojos del corazón, se sufre, pero vive intensamente. Quienes quieren dedicarse al arte en mayúsculas, han de saber que la creatividad es un coto vedado para los conformistas. Crear es sentir y adentrarte en las emociones. Si sólo es un postín, dura poco, pero no permanece en el tiempo, y creo que las buenas composiciones son las que permanecen en el tiempo.

¿Entonces es un disco terapéutico o, simplemente, forma parte de la dinámica de su historia?

Cuando yo era chaval, recuerdo que estaba interno en el colegio de los jesuitas en Durango, y en las clases de física y matemáticas yo me dedicaba a hacer dibujos o estaba con mis pinitos poéticos, así que la única matrícula de honor que yo he tenido en mi vida fue en segundo de bachiller, la que me dieron en dibujo. El gusanillo artístico lo tengo desde la infancia, pienso que el destino lo tenemos bastante marcado. Uno es lo que es, y luego se va reforzando su personalidad. Pienso que la mayor de las frustraciones en la vida es aparentar ser lo que no eres y hacer lo que no sientes. Así pues, disfruto creando, componiendo, y disfruto con ello, y lloro también creando porque lo vivo. Por cierto, dibujo fatal.

Ha concebido un disco sin pretender sonar a renovador, sin perderse en nuevas tendencias.

Tengo un estilo propio, y creo que eso es lo que me define, siempre intentando mejorar y adaptarme a los tiempos, pero cualquier cambio sustancial que no sea yo, sonaría raro, no sería yo, sino ese que se parece a mí, y a estas alturas prefiero ser que parecer, aunque como dice el proverbio romano «no solo se ha de ser, sino parecerlo». En este disco, el fondo creo que es auténtico, pero he intentado que también la forma sea la adecuada. A mí lo moderno por lo moderno no me llama ninguna atención. Creo que lo peor que puede hacer un compositor es ir dando bandazos pensando que se ha de adaptar a los tiempos. Eso no quita que has de ir evolucionando y acoplándote al momento que vives e imbuyéndote de todo lo que vives y percibes.

Abre álbum con un texto de Sarrionandia, qué manera de contar las cosas, qué barbaridad...

Joseba Sarrionandia me parece un poeta fuera de serie, un poeta no solo de formas sino de fondo, de esencia; nos va recreando un mundo que lo tenemos muy adentro. «Badakizu Zer den Gure herria?» creo que a modo de preguntas no he leído a nadie de manera tan auténtica la descripción que hace de nuestro pueblo. Cuando me sumergí en ese poema me quedé flaseado por cómo lo contaba. Me pareció un texto como dices tú, bárbaro. Qué manera de definir las ansias de nuestro pueblo a base de preguntas. Las respuestas las deja para cada uno de nosotros, pero esas preguntas son ya respuestas que tocan el alma. Fue una mañana. Me puse con la guitarra, salió el punteo de guitarra como que no quiere la cosa y la melodía iba fluyendo acoplándola a la letra, hasta que casi se me salen lágrimas por lo que yo sentía catando esa canción. La grabé en varias pistas de pro tools, y le pasé a Canal, mi mano derecha, para que fuera incorporando el piano, bajo... Pero hay canciones que no necesitan más que lo básico.

En algunos momentos parece que esa voz suena a Benito Lertxundi o que la canción la podría cantar él.

Soy hijo de esa segunda generación que aprendió de ellos. Y les llevo en mi memoria. Recuerdo el primer kantaldi al que yo acudí siendo aún un chaval. Fue en el 69 y vinieron a Areatza Mikel Laboa, Lourdes Iriondo, Xabier Lete y Benito Lertxundi. A mí aquello se me quedó grabado en la memoria y pensaba para mis adentros, cuando apenas empezaba a tocar la guitarra que me regaló mi amama: «A mí de mayor me gustaría ser como ellos». Y eso marca, porque pones rumbo a lo que tú quieres ser. Había ya un propósito de lo que tú eres y quieres ser. Y claro que algo se me habrá quedado de Benito, porque he oído y cantado sus canciones infinidad de veces, y aunque tengo un estilo propio cada vez más definido, siempre es un halago oír que en algún tema mi voz pueda sonar a Benito.

¿Echa de menos aquellos proyectos de magnitud y responsabilidad, como Iparragirre, Olentzero...?

Cada cosa tiene su momento. Iparragirre, Olentzaro, Arrupe... fueron proyectos mastodónticos que los disfruté. Y quién sabe, si algún día, más pronto que tarde, se puede uno meter en otro proyecto de ese porte. En un disco como el actual estás más contigo, con tu ser, con tus vivencias interiores, tiene otro disfrute, y puedo decir que en este me he vaciado de una manera sencilla y directa. De hecho, puede que haga un disco solo con guitarra acústica y poco más.

Transparente

«No hay peor cosa en la vida que existir por existir y estar atenazado por el miedo. La ilusión es la que mueve el mundo»