Hombre, que el portavoz de Podemos en Navarra, Joan Bosch, diga que el Navarrómetro que otorga a su partido 18 escaños y ser con diferencia la fuerza más votada «lo extraño es que no nos dé más votos con la realidad social que vemos» es un poco pecholata. Una cosa es estar crecidos y satisfechos y otra esto. Porque por mucho que Podemos a nivel nacional tenga un programa, una cierta organización aún sin testar, sin ningún lastre del pasado porque no tiene pasado, mucha razón en mil cuestiones pero ninguna práctica en solucionar estas cuestiones, por mucho que esté recogiendo -y bien recogido está- el hartazgo social, no es menos cierto que en Navarra no se le conoce aún ni voto ni novia, que diría aquel. Vamos, que a mí como si sacan 28 escaños, pero qué duda cabe que en esta encuesta que más parece dirigida por la derecha navarra para animar de aquí a mayo al voto de los suyos -es de ciencia ficción que UPN vaya a bajar de 19 a 8 escaños- la nueva escudería política dispone de la enorme ventaja de que por ahora no se ha manifestado en relación a multitud de cuestiones troncales, de la misma manera que no se les ha podido ver en el terreno de juego. (...) Con esto Bosch tiene que tener ojo porque aquí hasta los huevos estamos mucho pero los chulos de playa nos hinchan los huevos casi aún más. Y no digo que él lo sea, pero sus manifestaciones sí que tienen parte de eso. (...).