Joseba SALBADOR DONOSTIA
Plan de la Comisión Europea

Juncker hace ingeniería financiera para impulsar el crecimiento europeo

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presentó ayer ante el pleno de la Eurocámara su plan para reactivar la renqueante economía europea y evitar una tercera recesión, un arte de ingeniería financiera ya que pretende movilizar 315.000 millones de euros y crear hasta 1,3 millones de empleos en un plazo de tres años a partir de solo 21.000 millones de fondos públicos que, además, no es dinero nuevo, sino que ya está presupuestado. El objetivo es que el Banco Europeo de Inversiones preste 60.000 millones a la economía real y que se creen hasta 1,3 millones de empleos.

«Hoy Europa pasa una página. Tras años luchando para restaurar nuestra credibilidad fiscal y promover reformas, añadimos un tercer elemento a un triángulo virtuoso para completarlo con inversiones», dijo un exultante Juncker ante el pleno del Parlamento Europeo reunido en Estrasburgo.

Al margen de declaraciones grandilocuentes -llegó a presentar su iniciativa como un «regalo de Navidad»-, lo cierto es que la Comisión Europea se ha visto obligada a hacer ingeniería financiera al comprobar que los presupuestos de los estados miembro no están en condiciones de financiar un plan de inversiones de 300.000 millones a costa del déficit público.

Así, presentó un plan para alcanzar el máximo impacto con los menores recursos posibles: 21.000 millones de euros como palanca para movilizar quince veces más, 315.000 millones.

La idea es que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) desembolse 63.000 millones de euros en tres años, pero asumiendo más riesgo del habitual. Para cubrir ese riesgo extra, se creará un vehículo de inversión nuevo, el Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE), que contará con 21.000 millones de euros como palanca para atraer más inversiones. Esta cifra incluye 16.000 millones procedentes del presupuesto comunitario y 5.000 millones del BEI.

Los estados miembros, los organismos estatales públicos -como el Instituto de Crédito Oficial (ICO) en el caso español-, las autoridades regionales e inversores privados podrán participar en este instrumento, sin que cuente para los estados como déficit la aportación de capital, considerada una inversión estadísticamente. En cambio, el dinero que destinen los países a cofinanciar proyectos concretos sí computará en su déficit y deberá ajustarse a las normativas europeas de ayudas de Estado.

Atraer inversiones

El plan de Juncker, que constituye la iniciativa estrella de su programa al frente de la Comisión, ha sido acelerado dada la renqueante economía europea y la falta de inversiones, que han bajado un 15% desde los niveles de 2007.

El Ejecutivo comunitario todavía no cuenta con una lista de los proyectos estratégicos, aunque pretende financiar proyectos en áreas clave como las infraestructuras de transporte, energía, innovación e investigación, renovables o educación.

Bruselas calcula que el plan añadirá entre 330.000 y 410.000 millones de euros al PIB de la UE y creará entre 1 y 1,3 millones de nuevos puestos de trabajo en tres años.

Juncker recibió el apoyo de los conservadores, socialdemócratas y liberales, al igual que del presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y, ya desde Berlín, de la canciller alemana, Angela Merkel. Los Verdes, la Izquierda Unitaria (GUE/NGL), la mayor parte de los No Inscritos y la mayoría de euroescépticos se expresaron en contra.

El líder de los Verdes, Philippe Lamberts, dijo que el efecto multiplicador «es una fantasía. Hay que poner fin a la economía de casino», reclamó.

El portavoz del grupo liderado por los tories británicos pidió más detalles para no repetir errores del pasado, y puso como ejemplo el aeropuerto de Castellón. «Millones de euros de dinero público, pero 44 meses después de haber sido inaugurado todavía no se ha abierto», dijo.

La Eurocámara vota hoy la moción de censura de Juncker

Juncker tendrá que volver hoy a la Eurocámara para enfrentarse a la votación de la moción de censura en su contra presentada al conocerse que Luxemburgo pactó ventajas fiscales secretas con casi 340 multinacionales entre 2002 y 2010, entre ellas Pepsi, Ikea, AIG, Coach o Deutsche Bank, cuando Juncker era primer ministro y ministro de Finanzas de ese país.

La moción de censura, impulsada por el grupo eurófobo conservador EFDD, liderado por el británico Nigel Farage (UKIP), tiene pocas posibilidades de salir adelante, porque precisa del respaldo de dos tercios de los votos emitidos y de la mayoría de los diputados que integran el Parlamento. En el debate del pasado lunes, los grupos conservador y socialista quisieron distanciarse de la iniciativa y se mostraron reacios a pedir la dimisión de una Comisión que gobierna precisamente gracias a su plácet.

Juncker, que fue primer ministro de Luxemburgo entre 1995 y 2013, señaló recientemente que no es el arquitecto del modelo luxemburgués, pero admitió que es «políticamente» responsable de lo que ocurrió «en cada esquina de ese país» mientras lo gobernaba. GARA