Antonio ALVAREZ-SOLÍS Periodista
AZKEN PUNTUA

Franquito

El rey Alfonso XIII llamaba Franquito al general Franco cuando formaba parte de su casa militar. «Eso que lo vea Franquito», decía si quería evitar meterse en un charco. Y Franquito fue quien dirigió de hecho la cruel represión de Asturias en 1934, cuando los mineros se sublevaron contra la derecha por arrebatarles las mejoras de muchos años de lucha. Aquella represión, realizada a pesar de haber pactado el general López Ochoa una rendición digna tras la heroica y limpia guerra popular de 18 días, fue el comienzo de la carrera criminal de Franquito. Los bárbaros interrogatorios de la Guardia Civil, que llegaron a costarle la carrera al feroz comandante Doval, y los brutales comportamientos de fuerzas especiales, como la Legión y unidades moras, marcaron el camino que habrían de seguir los dirigentes del régimen franquista dos años después.

¿Cuántos Franquitos midi funcionan ahora en España? Trece magistrados de la Sala de lo Penal en el Tribunal Supremo han firmado una carta de indignada queja por la intromisión del Gobierno en la función judicial. La misma vicepresidenta de ese Gobierno ha arrojado a los jueces su desprecio por la excarcelación de dos miembros de ETA, acordada por la Audiencia Nacional siguiendo la doctrina del Consejo de Europa sobre la invalidez de la acumulación de penas, acumulación que rechaza todo el derecho penal moderno. Pues bien, frente a dicha excarcelación y las que ahora se quieren evitar volviendo la espalda a las directrices europeas -no es admisible una pena con cumplimiento inhumano, que la convierta en venganza-, la pequeña vicepresidenta ha sentenciado que «esto no se puede hacer, que los ciudadanos no lo entienden y nosotros tampoco». El «nosotros» es el Gobierno de los Franquitos. Y los ciudadanos son «sus» ciudadanos. Los que desean la guerra perpetua. Los Franquitos a media pierna.