Antonio CUESTA Atenas
ELECCIONES LEGISLATIVAS EN GRECIA

Hora cero, una visión desde dentro de la crisis

Grecia acude mañana a las urnas y, según los sondeos, ganará Syriza, aunque con un escaso margen que, en principio, no le permitirá gobernar en solitario. Ha sufrido una intensa campaña mediática y declaraciones de líderes europeos que amenazan con otra crisis si Grecia deja de cumplir sus obligaciones financieras y políticas tras la victoria de la «izquierda radical».

En medio de ese panorama, ¿cómo viven los ciudadanos griegos este clima de tensión política, inmersos como están en sus problemas cotidianos?, ¿cuál es su opinión sobre estos comicios, más allá de su intención de voto?, ¿cómo analizan la posibilidad de un cambio a partir del 26 de enero? GARA ha pulsado su opinión, tomando una pequeña muestra de jóvenes, matrimonios y trabajadores, que nos abrieron las puertas de sus hogares para responder a algunas preguntas sobre su pasado reciente y sus perspectivas de futuro.

En ciertos aspectos, la presente campaña ha mostrado una imagen anómala, especialmente en el paisaje urbano. Debido a la crítica situación económica de los principales partidos políticos, Atenas ha permanecido prácticamente libre de carteles y de casi cualquier tipo de propaganda electoral. Además tampoco han tenido lugar debates entre los principales candidatos en ninguna de las cadenas de televisión. En sintonía con ese ambiente, varios de nuestros entrevistados nos han transmitido de alguna manera esa apatía hacia la campaña electoral, anteponiendo la preocupación por los problemas más cercanos, a la posibilidad de que un nuevo Gobierno pueda venir a resolverlos.

Así, Natasha Terlexi, empleada en una compañía aérea de 53 años, reconoce que la crisis ha servido para que «la mayoría de mis compañeros de trabajo se hayan cuestionado cosas que antes ni siquiera imaginaban anteriormente, como el hecho de que el capitalismo no funciona en nuestro beneficio». Sin embargo, muestra sus reservas ante la posibilidad de que Syriza cumpla con lo prometido «si muchos se quedan tranquilamente sentados en su sofá, esperando que el nuevo Gobierno lo haga sin necesidad de movilizarse». En todo caso, cree que «una derrota de Nueva Democracia (ND) elevaría la confianza de muchos trabajadores y facilitaría las pequeñas y grandes luchas, que son las que podrían mejorar nuestras condiciones y abrir la posibilidad de verdaderos cambios sociales en favor de la mayoría».

Apostolis Dimzas, ingeniero mecánico desempleado de 37 años, no tiene ninguna duda de que una victoria de la izquierda será de gran importancia pues «sacará del tablero político a los partidos que arruinaron a este país y abrirá la posibilidad de saber clara y objetivamente qué ocurrió exactamente con la deuda y a qué se debe. No puede ser que se haya arruinado un país, que todo siga como si nunca hubiera pasado nada y que, además, los mismos gobiernos que lo causaron se presenten una vez más como los salvadores». Entiende que «a Syriza le toca la parte más dura: la obligación y el derecho de renegociar esa deuda, e impulsar la industria griega», y que ello no estará exento de fallos y errores, «pero habremos pasado página, rompiendo el monopolio que durante 40 años han tenido ND y PASOK en el Gobierno de Grecia».

También Vanguelis Nikolopoulos, arqueólogo del Ministerio de Cultura de 54 años, apuesta por un cambio en Grecia, pero se siente pesimista porque cree que «cuando Syriza intente aplicar su programa, la Unión Europea, el sistema bancario y la oposición conservadora griega harán todo lo posible para boicotear el nuevo Gobierno, apostando por lo que denominan `paréntesis de izquierda', y poder volver pronto al poder. Pero si Syriza retrocede bajo la presión e intenta ser más `pragmático', serán sus mismos diputados y votantes los que exigirán un nuevo cambio de Gobierno». Una aporía política digna de la filosofía griega.

Saber las razones para dar respuestas

Crítica con que vaya a tener lugar un cambio significativo en Grecia es Marina Papatzaki, de 43 años y doctora en un hospital público, quien no ve con optimismo una victoria de Syriza, al considerara que «habrá un poco de espectáculo al comienzo, pero después las cosas se amoldarán a las presiones internacionales, para terminar siendo más de lo mismo». No obstante, no rechazaría «un cambio radical y un nuevo comienzo. Aunque empezar de cero un nuevo tiempo, con una nueva esperanza para Grecia, eso no lo veo con Syriza». Lo cual no le acerca a las actuales políticas, ya que «una victoria de ND supondría una gran frustración y el que todos los problemas de fondo que tocan a los ciudadanos no cambien».

Por su parte, Natassa Argyraki, de 24 años, profesora y miembro de Xekinima (la sección griega del Comité por una Internacional de los Trabajadores), añade un matiz positivo a las dudas sobre el cumplimiento de las promesas de Syriza: «Si hace al menos un 10% de lo que dice, la situación será mejor porque los trabajadores sentirán un cambio positivo y apoyarán al nuevo Gobierno, dándole el tiempo que necesite». Aunque en su opinión, «eso por sí solo no será suficiente, ya que hay que comprender las razones más profundas de la crisis para poder dar las respuestas y salir de ella».

Jristos, estudiante de 26 años, expresa sus reservas ante unas propuestas que considera «poco claras y que, personalmente, no puedo prever cómo se comportará Syriza en el Gobierno. Querría apoyar de todo corazón un Gobierno de izquierda, sin embargo no puedo hacer algo así, porque considero que el populismo de Syriza se encuentra a niveles inaceptables para un partido de izquierda, hecho que personalmente me decepciona».

Más escépticos se muestran Veniamin y Angeliki Daskalakis, de 50 y 48 años, una pareja de traductores por cuenta propia, quienes sin creer que «vayamos a salir del euro, ni vayan a cerrarse los supermercados, ni se que se hundan los bancos, sí pensamos que Syriza no trae nada nuevo, una vez más el mismo guión del PASOK, que llegó con promesas de justicia social, y lo que se hará será un nuevo statu quo pero con las mismas características».

En todo caso, pocos están dispuestos a considerar algún aspecto positivo de la gestión realizada por ND y PASOK durante la pasada legislatura debido fundamentalmente a la forma en que se han introducido esas políticas neoliberales en el ámbito familiar. Los recortes en los salarios y las pensiones han sido un problema en casi todos los hogares, pero aún más grave ha sido el tremendo aumento de la presión fiscal, como muchos de los consultados no han dudado en señalar, y la amenaza del paro o la precariedad laboral, especialmente entre los más jóvenes.

Natasha nos explica que tanto ella como su marido «hemos sufrido ligeras bajadas de salario, pero con el alza de los impuestos, lo hemos notado mucho. Además, los recortes en las pensiones que han sufrido nuestros familiares más mayores o incluso la situación de quienes tienen hijos en paro, como mis primos, nos han puesto en la obligación de ayudarlos». También Vanguelis achaca a las mismas causas el descenso de su nivel de vida apuntando además que «tanto en nuestra familia, como en nuestro entorno, ha subido el estrés por la incertidumbre, los constantes rumores y las sorpresas continuas que provocan las decisiones del Gobierno sobre nuevas medidas económicas, y que se anuncian casi siempre después de muchos vaivenes».

Veniamin y Angeliki se sienten en «un entorno de mucha tensión, muchos nervios y mucha angustia, que se refleja en la cotidianidad de todos nosotros. Incluso cuando no tienes problemas dentro de la familia recibes tensión desde fuera y eso te condiciona en tu vida diaria». Un buen número de sus amigos han debido emigrar en busca de trabajo a países problemáticos, como Arabia Saudí o Nigeria.

En el caso de Natassa, su madre «ha trabajado más de 25 años y ahora tiene que enfrentar el problema de la crisis con una pensión tan disminuida por los recortes que no llega a fin de mes. Y yo tengo que trabajar muchas horas para poder vivir sola e independiente, pero sin poder cotizar. La crisis nos ha cambiado a todos los griegos, pero lo peor en mi opinión es no poder pensar en un futuro mejor». Al tiempo que Christos ve con preocupación «lo difícil que es encontrar un trabajo (de lo que ya era antes) y la precariedad laboral», pero además el hecho de que las adversidades económicas hayan provocado «una fuerte crisis social, con manifestaciones racistas mucho más agresivas que antes».

A todas las razones ya enumeradas Apostolis añade: «La perdida los mejores años de la vida de la mayor parte de la población activa, dejar de soñar y preguntarnos todos los días, sin respuesta, hasta dónde va a llegar la situación si continúa así».